Bratz: La película (2007)

“Bratz: La película” es una producción que, a primera vista, parece un intento de adaptar al cine el fenómeno merchandising que durante años ha cautivado a las niñas. La película, estrenada en 2007, narra la transición de las icónicas muñecas Bratz de la moda a la adolescencia, un paso que, en la pantalla grande, resulta más torpe y menos satisfactorio de lo que esperaba. La premisa, la inevitable presión del instituto y la necesidad de mantener la independencia, es familiar y ofrece un hilo argumental básico, pero la ejecución carece de la chispa y la originalidad que caracterizaron al universo Bratz en sus inicios.

El guion se centra en la pérdida de la conexión entre las amigas, que se ven enfrentadas por las expectativas sociales y los celos internos. Se intenta crear conflictos y tensiones, pero muchos de estos momentos se sienten forzados y poco creíbles. El diálogo es a menudo expositivo, priorizando la narración de la trama sobre el desarrollo de personajes. Aunque las Bratz son conocidas por su estilo vanguardista y su actitud desafiante, la película no explora realmente la esencia de su personalidad más allá de la superficialidad del vestuario y los accesorios. La trama se pierde en clichés adolescentes y en un intento excesivo de añadir elementos de fantasía – la aparición de una "joven bruja" – que no encajan con la estética general de la película.

Las actuaciones son, en general, aceptables. Violeta Salas, como Yasmin, aporta cierta energía, aunque a veces su interpretación se siente un poco unidimensional. Alexa Guerra, como Jade, muestra un mayor matiz en su personaje, aunque el papel no le permite mucho margen de interpretación. Sasha se ve menos desarrollada, y Cloe, la más excéntrica de las cuatro, se reduce a una serie de planos de ropa y maquillajes. No obstante, lo cierto es que la película no ofrece a los actores mucho material para trabajar, y el enfoque principal reside en la producción y el vestuario.

Visualmente, “Bratz: La película” es un festín para los ojos. La estética, inherentemente ligada al mundo de las Bratz, está meticulosamente recreada. El vestuario, la música, la dirección artística, todo está cuidadosamente trabajado para evocar el universo de la marca. Sin embargo, esta apuesta por la apariencia exterior se queda en la superficie. La película no logra transmitir una experiencia cinematográfica realmente memorable, y su valor reside principalmente en ser un respiro nostálgico para aquellos que crecieron con las muñecas. La banda sonora, con temas pop pegadizos, complementa la estética pero no aporta profundidad a la narrativa.

Nota: 5/10