Brigsby Bear (2017)

“Brigsby Bear” no es simplemente una comedia; es una conmovedora y sorprendente carta de amor al poder de la narración, la soledad y la necesidad desesperada de conexión humana. La película, dirigida por Trip Gilchrist, se presenta como una pequeña joya inesperada, un relato visualmente rico y emocionalmente resonante que se queda con el espectador mucho después de que las luces se encienden.

La historia de James, un niño criado en un sótano y absorbido por el programa infantil “Brigsby Bear”, es, en principio, una premisa simple y casi grotesca. Sin embargo, Gilchrist, junto con el guion de Shannon Burke y Beth Perlman, elevan esta premisa a algo mucho más profundo. El desarrollo del personaje de James es, quizás, el punto más fuerte de la película. Kyle Chandler ofrece una interpretación sutil y magistral, transmitiendo la fragilidad y el anhelo de un niño que ha aprendido a construir su mundo a través de la pantalla. Chandler no recurre a sentimentalismos fáciles; su James es un niño necesitado, vulnerable y, al mismo tiempo, sorprendentemente ingenioso. La química entre Chandler y Emma Nelson, quien interpreta a Lucy, la joven que finalmente rompe la burbuja de James, es palpable y fundamental para el éxito emocional de la película.

La película explora la idea de las historias y su influencia en nuestras vidas. “Brigsby Bear” no es solo un programa de televisión, sino un sistema de creencias para James, un mapa del mundo y una fuente de consuelo. La película plantea una pregunta importante: ¿hasta qué punto dependemos de las historias para dar sentido a nuestras vidas? El guion, a pesar de su aparente simplicidad, aborda temas complejos como la soledad, el trauma familiar y la búsqueda de la identidad, todo ello con un humor inteligente y agudo. La forma en que se integra la narrativa del programa dentro de la película es brillante; se siente orgánica y no forzada, convirtiéndose en una parte integral de la trama y del desarrollo del personaje.

Visualmente, “Brigsby Bear” es un festival. La película está llena de colores vibrantes, escenarios teatrales y una estética que evoca la nostalgia de los años 70. La paleta de colores, cuidadosamente elegida, refleja el estado emocional de James: la seguridad del gris del sótano, la alegría del mundo de “Brigsby Bear”, y finalmente, el intenso rojo del amor y la aceptación. La banda sonora, compuesta por Michael Andrews, es igualmente memorable, con melodías alegres y emotivas que complementan a la perfección la acción en pantalla. La dirección de fotografía de Peter Deming es exquisita, logrando crear un mundo que al mismo tiempo es familiar y fantasmagórico.

En definitiva, “Brigsby Bear” es una película que se atreve a ser diferente. Es un homenaje al poder de la narración, un recordatorio de la importancia de la conexión humana y una experiencia cinematográfica verdaderamente conmovedora. Es una película que se lleva al corazón y que te hace reflexionar sobre la forma en que construimos nuestras propias historias.

Nota: 8.5/10