Brüno (2009)

“Brüno” (2009) es una bomba satírica, un torbellino de provocación y subversión que, a pesar de sus evidentes excesos, logra mantenerte enganchado gracias a la carismática y a menudo desconcertante interpretación de Sacha Baron Cohen. La película no se contenta con ofrecer una simple parodia; se atreve a desarmar los tabúes de la moda, el privilegio y la moralidad, exponiendo las contradicciones y la hipocresía que laten bajo la superficie de la élite. Cohen, vestido con una extravagancia que raya en lo teatral, se transforma en un personaje que es tanto vulnerable como despiadado, vulnerable en su búsqueda de la aceptación y despiadado en su disposición a destrozar las apariencias con una mirada.

La dirección de Roth en su segunda incursión al lado de Cohen es notablemente limpia, casi desprovista de adornos. Se centra en la entrega del guion y en la construcción del personaje. La puesta en escena, particularmente en los diálogos, es brillante y, a menudo, absurda. La película no se toma en serio su propia sátira, abrazando el ridículo y la exageración con una naturalidad que, paradójicamente, le otorga una gran fuerza. Cohen no solo interpreta a Brüno, sino que lo *es* Brüno: un individuo absorbido por su propia imagen, sus obsesiones y su deseo de llamar la atención, sin importar el costo. Y es precisamente en esa vulnerabilidad, en la lucidez torcida que intenta ocultarse tras la máscara de la provocación, donde reside la verdadera inteligencia del personaje.

Las actuaciones de los co-protagonistas, Charlotte Gainsbourg, Steve Coogan y Helena Bonham Carter, son sólidas y contribuyen a la atmósfera general de caos controlado. La interacción entre Brüno y cada uno de ellos – una mujer en un matrimonio convencional, un magnate mediático y una estrella de cine decadente – son particularmente divertidas y reveladoras. La película explora, con agudeza y a veces con crudeza, la dinámica de poder, la búsqueda de la identidad y el precio de la fama. Es importante señalar que la película no busca ofrecer respuestas fáciles, sino más bien desafiar al espectador a cuestionar sus propios prejuicios y a reflexionar sobre las motivaciones subyacentes a las acciones de los personajes.

Sin embargo, “Brüno” no está exenta de algunas fallas. Algunos momentos pueden resultar excesivamente exagerados y la película, en ocasiones, se inclina demasiado hacia la autoparodia, sacrificando la profundidad del mensaje. No obstante, estos pequeños defectos son fácilmente compensados por la energía contagiosa del personaje de Cohen y la provocadora visión crítica que la película ofrece de la sociedad contemporánea. Es un filme que incomoda, que irrita a veces, pero que, en última instancia, nos obliga a pensar.

Nota: 8/10