“BTS Permission to Dance On Stage - Seoul: Live Viewing” no es simplemente un concierto grabado; es una experiencia inmersiva que pretende reunir a BTS y a su incondicionales ARMY de vuelta al mismo escenario, aunque sea virtualmente. El resultado, en gran medida, cumple con esa promesa, aunque no sin algunas limitaciones inherentes a la naturaleza de un evento transmitido en vivo. La película, en esencia, es un testimonio del poder de la conexión entre un grupo de íconos y su audiencia, y en ese aspecto, logra ser sorprendentemente eficaz.
La dirección, liderada por el propio Bang Si-hyuk, es funcional y, a veces, incluso elegante. Se evitan los clichés de la puesta en escena tradicional de un concierto, optando por un enfoque que se centra más en la energía de los artistas y la reactividad del público. La cámara, en su mayoría, se mantiene en movimiento, capturando la euforia del estadio de nocturnidad, pero también los momentos más íntimos entre los miembros del grupo. La selección de tomas es particularmente notable, especialmente en los números más elaborados, donde se aprecia una cuidadosa atención al detalle para mostrar el esfuerzo de coreografías complejas y arreglos musicales que siempre han caracterizado a BTS. Sin embargo, a veces se siente una cierta falta de ambición visual; la producción, aunque de alta calidad técnica, no se atreve a explorar grandes innovaciones en la estética.
Las actuaciones, por supuesto, son el corazón de la película. BTS, como siempre, demostraron una presencia escénica magnética. Las voces se mantienen impecables, los pasos de baile son precisos y la química entre los miembros del grupo es innegable. Los éxitos del pasado, desde "Dynamite" hasta "Butter", son presentados con la misma intensidad y entusiasmo que si fueran canciones nuevas. La banda sonora es tan vibrante como los saltos y las ovaciones del público. Se nota, sin embargo, una ligera dependencia en la familiaridad del repertorio; aunque las canciones son clásicos, la película podría haber dado más espacio a la exploración de nuevos sonidos y estilos, un riesgo que, para algunos, podría haber resultado prometedor.
El guion es, en su mayoría, intrascendente. La película se centra casi exclusivamente en el espectáculo en sí, con entrevistas cortas y fragmentos de conversaciones entre los miembros del grupo, que sirven principalmente para subrayar la emoción y la conexión. Estas breves narraciones, aunque genuinas, a menudo se sienten como un relleno, desviando la atención del espectador de lo realmente importante: la música y la experiencia de estar presente en un concierto que, a pesar de la distancia, se siente extraordinariamente visceral. El verdadero valor de la película reside en el audio y la imagen de alta definición que permite al espectador sumergirse en el ambiente del evento, casi como si estuviera realmente allí.
En definitiva, “BTS Permission to Dance On Stage - Seoul: Live Viewing” es una experiencia gratificante para los fans de BTS, una oportunidad para revivir sus momentos favoritos y compartir la emoción de un concierto inolvidable. Si bien no es una obra maestra cinematográfica, cumple su función principal: conectar a BTS y a ARMY de una manera significativa. No es una película que cambie la historia del cine, pero sí, tiene el poder de evocar recuerdos y reafirmar el vínculo inquebrantable entre un grupo de artistas y su inmensa base de fans.
Nota: 7/10