Bunker (2023)

“Bunker” no es una película que te sorprenda con efectos especiales o una trama vertiginosa. Es un relato inquietante y claustrofóbico, una disección psicológica del horror más que una explosión visual. Dirigida por el talentoso Nicolás Pesandjian, la película se erige como un estudio de la fragilidad humana bajo la más absoluta presión, una experiencia cinematográfica que se aferra a la piel y, lo más importante, a la mente del espectador. El director y guionista, Pesandjian, utiliza la opacidad como su principal herramienta. No se explica la naturaleza de la amenaza que acecha en el búnker; la película se basa en la sugerencia, en el sonido, en el maquillaje y en las reacciones de los actores para generar una atmósfera de terror perpetuamente latente. Esta ambigüedad deliberada es, con permiso, una de las mayores fortalezas de la película.

Las actuaciones son, sencillamente, excepcionales. El reparto, compuesto por un elenco de actores jóvenes y prometedores, se entrega por completo a las exigentes funciones que les plantea el guion. Alexander Petrov y Dan Renton, como los dos soldados principales, establecen una química sólida que sirve como el núcleo emocional de la película. Petrov, en particular, ofrece una interpretación contundente, transmitiendo la creciente paranoia y desesperación de su personaje con una sutileza asombrosa. El resto del elenco también brilla con luz propia, mostrando la gradual degeneración de sus personajes a medida que el búnker los consume. Las transformaciones, tanto físicas como psicológicas, son inquietantemente realistas y convincentes, fruto del trabajo meticuloso de los maquilladores y diseñadores de vestuario.

El guion, escrito por Pesandjian, se centra en el impacto psicológico del aislamiento y la creciente desconfianza. La película se adentra en el mundo interior de los soldados, explorando sus miedos más profundos, sus traumas ocultos y sus inseguridades. La trama no se centra en la acción o en la supervivencia, sino en cómo el búnker – un espacio diseñado para la protección, en realidad se convierte en una prisión mental – amplifica y exacerbates sus debilidades. El ritmo es lento, deliberadamente pausado, lo que permite que la tensión se acumule gradualmente. La película no ofrece respuestas fáciles ni soluciones convincentes, sino que se limita a mostrar la inevitable y destructiva consecuencia del terror psicológico. Si bien el ritmo lento puede resultar tedioso para algunos, para mí representó la clave para la efectividad de la película: la incapacidad de escapar de la propia mente.

En definitiva, “Bunker” es una experiencia cinematográfica inquietante, perturbadora y, en su mayor parte, brillantemente ejecutada. No es una película para todos los gustos, pero para aquellos que aprecien el terror psicológico, el guion atmosférico y las actuaciones honestas, será una película que les acompañe durante mucho tiempo. Es un ejercicio de suspense inteligente y, sobre todo, un recordatorio visceral de la oscuridad que reside en lo más profundo de cada uno de nosotros. Es una película que se queda contigo después de los créditos.

Nota: 8/10