Buona giornata (2012)

“Buona giornata” no es una película grandilocuente ni una epopeya. Es, en cambio, una pequeña, pero poderosa, observación de la vida cotidiana en Italia contemporánea, tejiendo con maestría siete historias aparentemente inconexas que, en realidad, revelan las entrañas de una sociedad en crisis. La película, dirigida con un delicado realismo por el veterano Giuseppe Marco, se asoma a las miserias y las ambiciones que impulsan a sus personajes, ofreciendo una radiografía honesta y, a veces, dolorosa del país.

La fuerza de “Buona giornata” reside en su capacidad para presentarnos a personajes que, lejos de ser héroes o villanos arquetípicos, son seres humanos complejos, con virtudes y defectos, que luchan con sus propios demonios mientras intentan sobrevivir. Diego Abatantuono, como siempre, ofrece una interpretación impecable, encarnando a un político sin escrúpulos, manipulador y obsesionado con el poder. Su actuación es sutil, casi imperceptible, pero transmite una ambigüedad moral inquietante. Lino Banfi aporta su característico humor y su sabiduría, interpretando a un hombre mayor que reflexiona sobre sus errores y que busca, a su manera, la redención. Vincenzo Salemme, con su mirada intensa, personifica la frustración y la desesperación de un joven que se siente atrapado en un sistema corrupto. El papel de Christian De Sica, aunque relativamente breve, es crucial para el ritmo de la película y para mostrar la desconexión entre la realidad y la idealización.

La dirección de Giuseppe Marco es magistral. La película no busca soluciones ni moralizar. Más bien, se limita a mostrar las consecuencias de la corrupción, la deslealtad y la falta de oportunidades. El ritmo es pausado, casi contemplativo, permitiendo que el espectador absorba la atmósfera y que se identifique con los personajes. La fotografía, con una paleta de colores cálidos y terrosos, refleja la belleza y la decadencia del paisaje italiano. El guion, aunque fragmentado, es inteligente y bien construido. Cada historia, aunque individual, se conecta con las demás, creando una red de interdependencia que simboliza la complejidad de la sociedad italiana. Es importante destacar la ausencia de artificios; la película se basa en la verosimilitud y la observación del comportamiento humano.

No se trata de una película que te hará reír a carcajadas o que te deje con un mensaje trascendental. Es una película que te hará reflexionar sobre los valores de la sociedad, sobre la hipocresía de la política, sobre la fragilidad de la moral. Es una película que te quedará en la memoria, como un susurro que te invita a cuestionar tu propia realidad. Un retrato honesto y, por ello, muy poderoso de Italia en el siglo XXI.

Nota: 7.5/10