Burt Munro: Un sueño, una leyenda (2005)

“Burt Munro: Un sueño, una leyenda” no es solo una película sobre motoesportistas; es un relato de persistencia, de un hombre contra el tiempo, contra las convenciones, y, en última instancia, contra la propia lógica. La película, dirigida con una delicadeza que contrasta notablemente con la brutalidad de las pruebas de velocidad que protagoniza el protagonista, logra capturar la esencia de un personaje extraordinario y un período histórico fascinante.

La película se centra en Burt Munro, un mecánico excéntrico y apasionado en la pequeña localidad neozelandesa de Tokomaru Bay. Burt, atormentado por la muerte de su esposa, dedica su vida a perfeccionar una motocicleta Indian de 1920, una reliquia que intenta transformar en una máquina capaz de desafiar los límites de la velocidad. Lo que comienza como un proyecto personal se convierte en una obsesión, impulsada no sólo por el deseo de demostrar su valía, sino también por un profundo anhelo de escapar de un pasado doloroso y de dejar su marca en el mundo. La dirección de Peter Jackson, a menudo asociado a grandes producciones fantásticas, demuestra aquí un control notable, creando una atmósfera palpable de ingenio, ingenio mecánico y una extraña sensación de melancolía. Observamos la meticulosidad de Burt en su taller, el cuidado con el que cada pieza se modifica, el respeto que siente por su máquina, y la dedicación que pone en cada intento.

La interpretación de Brendan Gleeson como Burt Munro es, sencillamente, magistral. Gleeson no se limita a recrear la apariencia física del personaje; encarna su espíritu. Su Burt es un hombre taciturno, con un humor seco y una fe inquebrantable en su proyecto. Su mirada, llena de determinación y de una sombra de dolor, es capaz de comunicar más que miles de palabras. Las actuaciones secundarias, especialmente la de Jackie Ejercito como la reportera Martha May, añaden profundidad y, a veces, un toque de humor al relato. La química entre los dos actores crea momentos genuinamente divertidos y emotivos, resaltando la importancia de la comunidad en el mundo, a veces aislado, de los pilotos de velocidad.

El guion, escrito por Andrew Quinn y Peter Townend, se beneficia de un ritmo deliberado. La película no se apresura en mostrar las pruebas de velocidad, sino que se detiene en el proceso de preparación y en los pequeños desafíos que Burt enfrenta. Esta lentitud no es una debilidad; al contrario, permite al espectador conectar con el personaje y entender la magnitud del desafío que se enfrenta. La película no glorifica la velocidad como un fin en sí misma, sino que la presenta como una búsqueda de lo imposible, como una forma de superar los límites de la propia existencia. La recreación de la llanura salina de Bonneville es visualmente impresionante, capturando la inmensidad del paisaje y la sensación de aislamiento que experimenta Burt. La película utiliza el sonido de la moto, el zumbido del motor, para crear una experiencia auditiva inmersiva que refuerza la sensación de velocidad y peligro.

En definitiva, “Burt Munro: Un sueño, una leyenda” es una película sorprendentemente conmovedora, sobre un hombre extraordinario que desafió las expectativas y, a su manera, logró alcanzar lo imposible. Es un homenaje a la perseverancia, al ingenio y a la fuerza del espíritu humano.

Nota: 8/10