Buscando un destino (2013)

“Buscando un Destino” no es un melodrama fácil, ni una fábula para consolar. Es un retrato crudo, visceral y a veces incómodo de la precariedad y la desesperación juvenil en la ciudad. La película se centra en Apple Bailey, interpretada con una intensidad convincente por Sadie Sink, una joven que se ve arrojada a las garras de un mundo despiadado tras un embarazo no deseado. La trama, si bien sencilla en su premisa, explora con una honestidad brutal las consecuencias de la pobreza, la falta de apoyo familiar y la vulnerabilidad de los jóvenes que, por diversas circunstancias, terminan viviendo en las calles. La película no intenta glorificar la situación; al contrario, muestra las cicatrices emocionales y físicas que deja esta experiencia en la vida de Apple.

La dirección de Travis Mundie es solida y, a pesar de la temática pesada, se caracteriza por una fluidez visual que nunca cae en el melodrama barato. Utiliza la cámara con una delicadeza, capturando la belleza accidental de la ciudad, pero también la dureza de las calles. Hay momentos de gran intimidad, escenas donde se percibe el peso del mundo sobre los hombros de Apple, y otros, más caóticos y llenos de tensión. La banda sonora, minimalista pero efectiva, complementa a la perfección la atmósfera y acentúa el estado emocional de los personajes. Sin embargo, a veces la fotografía, aunque cuidada, resulta un tanto uniforme, careciendo de un sello visual distintivo.

Sadie Sink ofrece una actuación soberbia. Logra transmitir la angustia, la confusión y, eventualmente, la esperanza de Apple con una sutileza asombrosa. Su interpretación no es la de una víctima pasiva, sino de una joven que lucha con uñas y dientes por sobrevivir, pero que también busca, a pesar de todo, un futuro para su hijo. La química con el resto del elenco, especialmente con los otros jóvenes que también residen en el centro de acogida, es palpable y aporta una dimensión humana invaluable a la película. La película se beneficia, además, de un reparto secundario brillante, con interpretaciones que añaden matices y complejidad a la trama. Unas pocas actuaciones, por ejemplo, de los actores que interpretan a los hombres que interactúan con Apple en la calle, son especialmente memorables por su realismo.

En cuanto al guion, la película se centra en la evolución de Apple, y aunque la historia es lineal y predecible en algunos momentos, el guion logra mantener el interés del espectador gracias a sus personajes bien desarrollados y a su tratamiento honesto de temas como la adolescencia, el embarazo, la maternidad y la búsqueda de identidad. Evita las soluciones fáciles y se adentra en las complejidades emocionales de los personajes, explorando sus miedos, sus sueños y sus arrepentimientos. No pretende dar respuestas, sino plantear preguntas sobre la sociedad y las circunstancias que llevan a jóvenes a vivir en la calle. Es un film que te hará pensar, que te dejará con un regusto amargo y, al mismo tiempo, con una pizca de esperanza. La película podría haber sido más ambiciosa en la exploración de las causas subyacentes a la problemática, pero, en general, se mantiene en una narrativa enfocada en el camino de Apple.

Nota: 7/10