Butter (2011)

“Butter”, la reciente comedia de Mark Krawczyk, es un ejercicio de surrealismo pastelero que, aunque inicialmente desconcertante, termina resultando sorprendentemente entrañable. La película, ambientada en un apacible pueblo del Medio Oeste, nos presenta a Carly (Jennifer Garner), una escultora de mantequilla consumada que, impulsada por la ambición y la necesidad de demostrar su valía, se aferra con tenacidad al concurso anual de esculturas de mantequilla. La premisa, en sí misma, es peculiar y un tanto absurda, pero Krawczyk la maneja con una torpe pero efectiva naturalidad que, en lugar de desarmar la historia, la eleva a un nivel de comedia de situación casi onírica.

La dirección de Krawczyk se caracteriza por su meticuloso detalle en la ejecución de las escenas. La película está visualmente rica, con una atención obsesiva al minuto a la creación de las esculturas de mantequilla, que son tan realistas que, a veces, se necesita un esfuerzo consciente para recordar que no son de piedra. Esta meticulosidad se extiende a cada detalle, desde la puesta en escena hasta la iluminación, creando un ambiente visualmente inmersivo que captura la atmósfera peculiar del pueblo y el mundo de la escultura de mantequilla. Sin embargo, a veces la obsesión con el detalle puede resultar ligeramente exagerada, ralentizando el ritmo en algunas partes. Me pareció que Krawczyk apostaba demasiado por la imitación de la realidad, sacrificando, en ocasiones, el flow narrativo.

Jennifer Garner, como siempre, ofrece una actuación sólida y encantadora. Su Carly es un personaje complejo, capaz de mostrar tanto momentos de intensa ambición como de vulnerabilidad y una genuina pasión por su oficio. El conflicto interno de Carly, entre la necesidad de ganar y su deseo de conectar con su hija, le da profundidad al personaje y le permite a Garner explorar una amplia gama de emociones. El reparto secundario, por su parte, cumple su función con eficiencia, aportando toques de humor y personalidad al mundo que se presenta. No obstante, algunos personajes secundarios podrían haber sido más desarrollados para generar mayor impacto.

El guion, aunque a veces se adentra en territorios del absurdo deliberado, es sorprendentemente inteligente. La película explora temas como la ambición, la autoestima, las relaciones familiares y la importancia de perseguir tus sueños, pero lo hace con una perspectiva fresca y poco convencional. Las conversaciones entre los personajes, a menudo absurdas y llenas de digresiones, son el corazón de la comedia y contribuyen a crear un ambiente único y memorable. A pesar de que las situaciones son exageradas, la película logra evocar la risa genuina, gracias a su capacidad para subvertir las expectativas y presentar la vida a través de un prisma original.

En definitiva, “Butter” es una comedia que no pretende ser perfecta, sino una experiencia cinematográfica diferente y, a su manera, refrescante. No es una obra maestra, pero sí una película que te hará sonreír, reflexionar y, posiblemente, apreciar la belleza de una simple pieza de mantequilla. Es un pequeño triunfo de la comedia peculiar, una pequeña joya que se queda en la memoria con la misma dulzura que sus protagonistas.

Nota: 7/10