“Buzzard”, la última película de Michael Hostetler, no es una experiencia cinematográfica para ser tomada con calma, sino un descenso visceral a la oscuridad de la mente humana. Más que una simple película de acción, es una radiante, aunque perturbadora, exploración del trauma, la venganza y la desintegración moral. La película, con un fuerte componente de horror metal, utiliza la violencia como lenguaje, no como mero entretenimiento. Y lo hace de una manera excepcionalmente efectiva, si bien no exenta de ciertos tropiezos.
La dirección de Hostetler es magistral en la construcción del ambiente. Detroit, en el apogeo de su declive, se convierte en un personaje en sí mismo. Las calles grises, las luces fluorescentes parpadeantes y la atmósfera de abandono se combinan para crear un paisaje de desesperación palpable. La banda sonora, omnipresente y cargada de riffs metálicos agresivos, funciona como un latido frenético, intensificando la paranoia y la sensación de peligro constante. El uso de la luz y la sombra es particularmente notable, con escenas que se sumergen en la penumbra, donde la amenaza se cierne como un espectro.
Joshua Burge, como Marty, ofrece una interpretación escalofriamente convincente. Captura con maestría la desintegración de un hombre consumido por la rabia y la paranoia. Su rostro, marcado por la desesperación y la amenaza, transmite un miedo profundo, no solo hacia su entorno, sino hacia sí mismo. El contraste entre su aspecto físico, tosco y trabajado, y su interior atormentado, es una de las fortalezas más notables de la película. Joel Potrykus, como el detective encargado de investigar los crímenes de Marty, complementa a Burge con una actuación sólida y llena de matices, a pesar del rol que desempeña como antagonista. Alan Longstreet y Rico Bruce Wade, ofrecen interpretaciones breves pero efectivas, añadiendo capas de complejidad al mundo de la película.
El guion, aunque a veces se basa en clichés del género de la venganza, logra mantenerse intrigante gracias a su ritmo implacable y sus giros argumentales. La película no se detiene en explicaciones, dejando al espectador con la necesidad de interpretar y completar las lagunas. La forma en que se presenta la historia de Marty, como una sucesión de actos de violencia, exige una atención constante, una inmersión completa en el universo de la película. Sin embargo, en ocasiones, la repetición de las escenas de acción, aunque impactantes, podría haberse acortado, permitiendo un desarrollo más profundo de la relación entre Marty y el detective. La exploración del pasado de Marty, aunque implícita, podría haber sido más completa para comprender el origen de su furia.
En definitiva, “Buzzard” es una película visceral y perturbadora que se aferra a la mente del espectador. Es un estudio de personaje brutalmente honesto, que no rehúye la oscuridad de la naturaleza humana. No es una película fácil de ver, pero es una experiencia cinematográfica que deja una huella duradera. Es un ejemplo de cómo el horror puede ser utilizado para explorar temas complejos y profundos.
Nota: 7.5/10