California Split (1974)

“California Split” (1964), dirigida por Robert Frank, no es simplemente una película sobre juegos de azar; es una disección visceral del deseo, la ambición y la desilusión americana. Frank, con su estética deliberadamente cruda y su enfoque narrativo fragmentado, nos presenta una historia en la que las apuestas no se limitan a la mesa de póker, sino que se extienden a las relaciones humanas y a la búsqueda de una satisfacción que nunca llega. La película se presenta como una ventana abierta a la decadencia moral y a la fragilidad del sueño americano, elementos que ya comenzaban a definir el cine de la época, pero que Frank captura con una intensidad única.

George Segal y Elliot Gould, en papeles que se complementan a la perfección, ofrecen interpretaciones que se elevan por encima de lo meramente superficial. Segal, interpretando a Bill Denny, encarna la ambición fría y calculada. Su meticulosidad en el juego, su rigidez y su incapacidad para expresar emociones lo convierten en un personaje complejo, más como un experimento que como un ser humano. Sin embargo, en sus momentos de vulnerabilidad, revelados en breves destellos, se vislumbra una profunda soledad. Gould, por su parte, aporta un contraste vibrante. Charlie Waters es un espíritu libre, impulsado por la euforia del juego y la búsqueda de nuevas experiencias. Su despreocupación es, a la vez, una máscara para esconder un vacío interior inquietante. La química entre ambos actores es, sin duda, el corazón palpitante de la película: sus intercambios, llenos de sarcasmo, decepción y, en ocasiones, un atisbo de afecto, son la clave para comprender la dinámica de la trama.

La dirección de Frank es, por supuesto, fundamental. Su uso del rodaje en automóvil, las tomas improvisadas y la iluminación natural contribuyen a crear una atmósfera de desasosiego y autenticidad. La película no se presenta como una narrativa lineal, sino que se construye a partir de episodios y conversaciones fragmentadas, reflejando la experiencia subjetiva de los personajes. Es un cine que exige atención del espectador, que lo invita a interpretar y a completar los huecos narrativos. El sonido, desde el murmullo del juego hasta la música de jazz melancólica, se integra perfectamente en la experiencia visual, creando un ambiente inmersivo y perturbador. Frank no ofrece respuestas fáciles, sino que nos deja con la sensación de que la felicidad es una ilusión, y que la búsqueda de la riqueza material siempre conduce a la frustración.

“California Split” es una película que, a pesar de su aparente sencillez, esconde una profunda reflexión sobre la naturaleza humana y la pérdida de ilusiones. No es una comedia, ni un drama convencional; es una obra maestra del cine de la Nouvelle Vague americana, que se distingue por su libertad estética y su honestidad brutal. Es una película que sigue resonando con fuerza décadas después de su estreno, recordándonos la fragilidad de la vida y la dificultad de encontrar la verdadera felicidad en un mundo cada vez más desencantado. Es, sin duda, una película imprescindible para aquellos que aprecien el cine audaz, provocador y profundamente conmovedor.

Nota: 8.5/10