Calle Cloverfield 10 (2016)

“Calle Cloverfield 10” es, en esencia, una propuesta audaz y, debo admitirlo, un tanto desconcertante. La película, dirigida por Justin Sylvester, no intenta imitar a su predecesora, sino que se atreve a construir una narrativa de terror psicológico en un espacio claustrofóbico y con una premisa que, inicialmente, parece sacada de una película de ciencia ficción de bajo presupuesto. Sin embargo, la ejecución es lo que finalmente determina el valor de esta experiencia cinematográfica.

La película se centra en la trama de Chloe (Olivia Luccardi), una joven que se despierta en una celda subterránea sin recordar cómo llegó allí. La presencia de un hombre enigmático, interpretado con una mezcla de inquietud y extrañamiento por parte de Tyler Russell, la informa de un mundo devastado por un ataque químico y la advierte que su supervivencia depende de su capacidad para desentrañar la mente de su secuestrador. Este es el punto de partida para una espiral de paranoia y desconfianza que permea toda la cinta. El concepto es, en principio, prometedor, evocando a películas como “Exam” o “Jacob’s Ladder”, pero “Calle Cloverfield 10” se atreve a jugar con las expectativas, a menudo de forma efectiva, pero también con cierta torpeza.

La dirección de Sylvester es, sin duda, el punto más fuerte de la película. El uso de la iluminación y la puesta en escena, a pesar del presupuesto limitado, es notable. La claustrofobia de la celda se siente palpable, y los cambios de iluminación, sutiles pero constantes, intensifican la sensación de amenaza y aislamiento. La banda sonora, minimalista pero perturbadora, acentúa aún más la tensión. Sin embargo, a veces la cámara, en su deseo de maximizar el suspense, se vuelve un poco insistente, llegando a un punto en el que la tensión se convierte en fatiga.

La actuación de Luccardi es convincente, logrando transmitir la desesperación, el miedo y la creciente desconfianza de su personaje. Su interpretación es sutil, pero efectiva, y la vemos evolucionar a lo largo de la película, pasando de la confusión inicial a una determinación férrea. Russell, por su parte, ofrece una actuación interesante, con un personaje que oscila entre el peligro y la vulnerabilidad. Su enigma es uno de los pilares del suspense de la película, aunque, en ocasiones, su comportamiento parece un poco forzado.

El guion presenta algunas lagunas. El ritmo es irregular, con momentos de tensión sostenida alternados con secuencias que parecen improvisadas. Las explicaciones del captor son a veces poco claras, lo que puede resultar frustrante para el espectador. Además, el final, aunque provocador, deja algunas preguntas sin respuesta, lo que podría ser interpretado como una debilidad o, más bien, como una intención deliberada de dejar espacio a la reflexión. No es una película que ofrezca todas las respuestas, y quizás esa sea su mayor virtud.

Nota: 6/10