Camino del sur (1978)

“Camino del sur” (2013) no es una película que deje una huella imborrable en la memoria, pero tampoco es un absoluto desastre. La historia, aunque predecible, ofrece un retrato del Viejo Oeste americano con un enfoque interesante en las tensiones sociales y las expectativas románticas del siglo XIX. La película, dirigida por Terrence Malick, se aleja notablemente del estilo narrativo convencional, sumergiéndose en una atmósfera introspectiva y poética que, para algunos, será un rasgo distintivo y atractivo, mientras que para otros, una forma de distracción innecesaria.

La dirección de Malick es, sin duda, el punto fuerte de la película. Su uso del sonido, particularmente el canto de los pájaros y el murmullo del viento, es exquisito y crea una sensación palpable de conexión con la naturaleza. A través de la fotografía, el director explora la belleza salvaje del paisaje, utilizando una paleta de colores rica y saturada que contrasta con el gris y la oscuridad de las vidas de los personajes. Sin embargo, la constante interrupción de las imágenes con voces en off, aunque intencionalmente poética, puede resultar abrumadora y, en ocasiones, dificultar la comprensión de la trama. La película parece querer llevar al espectador a un estado de contemplación, pero a veces sacrifica la fluidez narrativa en el proceso.

Las actuaciones son sólidas, pero no espectaculares. Christian Bale, como Henry Moon, transmite la amargura y el resentimiento de un hombre marcado por un pasado violento. Su interpretación es sutil y efectiva, mostrando las capas de complejidad detrás de su fachada de forajido. Michelle Williams, en el papel de Julia Tate, ofrece una elegancia contenida, personificando la educación y las expectativas sociales de la época, pero también revelando una voluntad inquebrantable. El desarrollo de su personaje, a medida que cuestiona las convenciones y lucha por su propia autonomía, es, sin embargo, lo menos profundo de la película. La química entre Bale y Williams es genuina, aunque a menudo se ve eclipsada por la experimentación formal de la película.

El guion, escrito por Malick y otros, es un desafío. La película se centra en el viaje de Henry y Julia, pero no se centra en las acciones de los personajes. La película está llena de reflexiones sobre la vida, la muerte y el destino, pero estas reflexiones a menudo carecen de sustancia. El diálogo es minimalista, y la trama avanza a un ritmo lento y deliberado. Si bien esto puede ser apreciado por aquellos que buscan una experiencia cinematográfica contemplativa, puede frustrar a los espectadores que esperan una narración más directa y entretenida. La película, en su intento de explorar la moralidad del Oeste, termina por ser un argumento sobre la incomprensión y el conflicto entre el hombre y la naturaleza.

En definitiva, “Camino del sur” es un ejercicio de estilo más que una obra maestra narrativa. No es fácil de ver, pero ofrece una ventana a un periodo histórico fascinante, aunque filtrada por la sensibilidad poética y personal de Terrence Malick. Su valor reside en su atmósfera y en el desafío que plantea al espectador, pero carece de la fuerza emocional y la claridad narrativa necesarias para considerarse un clásico.

Nota: 6/10