“Camino recto” (Straight on Till Morning) es un retrato de la juventud estadounidense, no la glorificada del cine de antaño, sino una visión cruda y sorprendentemente sutil de la angustia existencial que a menudo se oculta tras la fachada de la protesta social. La película, dirigida por Robert Frank y protagonizada por Warren Beatty y Barbra Streisand, no ofrece grandes espectáculos visuales ni narrativas complejas; se enfoca en la esencia de la experiencia, en la inquietud profunda de aquellos que cuestionan el status quo y buscan un significado propio.
La dirección de Frank es magistral en su aparente descuido. A pesar de la estética que recuerda a las fotografías de carretera, con sus tomas largas y panorámicas que capturan la inmensidad del paisaje californiano, hay una precisión narrativa y una capacidad de observación asombrosa. Frank no juzga a sus personajes, simplemente los presenta en sus momentos de vulnerabilidad, en sus conversaciones triviales, en sus errores y en sus intentos de conectar con el mundo que les rodea. La película se construye a partir de estas pequeñas escenas, de estos fragmentos de vida que, juntos, conforman un retrato de una época y de una generación en transición. La ausencia de un guion tradicional, con diálogos directos y explicaciones, es fundamental para la atmósfera de ambigüedad que la película genera. El resultado es una experiencia inmersiva que obliga al espectador a interpretar, a reflexionar y a formular sus propias conclusiones.
Las actuaciones de Beatty y Streisand son sorprendentemente naturales y honestas. Beatty, en un papel que claramente le apasiona, transmite la frustración, la confusión y el anhelo de Harry con una autenticidad conmovedora. Su mirada, llena de dudas y de una búsqueda constante, es el centro de la película. Streisand, como Jan, aporta una complejidad inesperada a su personaje, mostrando una sensibilidad y una fragilidad que contrasta con la aparente rebeldía. La química entre ambos actores es palpable, generando un dinamismo que añade profundidad a la historia. No se trata de una relación idealizada; la película refleja las dificultades y las tensiones de una conexión en un contexto de incertidumbre y cambio.
El guion, aunque aparentemente simple, es excepcionalmente inteligente. Evita los clichés de la época y se centra en la exploración de temas universales como la identidad, la alienación y la búsqueda de sentido. La película plantea interrogantes sobre el papel de la protesta social, la importancia de la autenticidad y el valor de las relaciones personales. El final abierto y ambiguo, sin ofrecer respuestas fáciles, es una elección deliberada que invita a la reflexión y a la interpretación individual. “Camino recto” no busca ofrecerle al espectador la solución a sus preguntas; simplemente le presenta la pregunta misma, en un entorno desolador y lleno de incertidumbre.
La película es un documento histórico valioso, una ventana a una época de cambios sociales y culturales. Es una obra que, a pesar de su estilo particular, sigue siendo relevante hoy en día, porque aborda cuestiones que siguen siendo importantes para muchos jóvenes: ¿Cuál es el propósito de mi vida? ¿Cómo puedo ser fiel a mis propios valores? ¿Cómo puedo encontrar mi lugar en el mundo?
Nota: 8.5/10