Camp X-Ray (2014)

“Camp X-Ray” no es una película que te impacta de inmediato con explosiones o escenas de acción grandilocuentes. Es una película que se instala en la piel, que te deja pensando durante horas después de los créditos finales. La dirección de Scott Z. Burns, conocido por su trabajo en “La Secuencia” y “Snowden”, se distingue por una meticulosa atención al detalle, una atmósfera cargada de tensión y una elección de locaciones que realzan la sensación de aislamiento y desorientación. Burns no busca grandezas visuales, sino que se centra en la introspección, utilizando planos largos, movimientos de cámara lentos y una paleta de colores apagada para reflejar la desesperanza y la incertidumbre de los personajes. Este enfoque, aunque a veces podría percibirse como lento, es crucial para la narrativa y crea una experiencia cinematográfica auténtica y perturbadora.

La película se centra en la transformación de Alicia, interpretada magistralmente por Kristen Stewart. Stewart ofrece una actuación sumamente convincente, con una sutileza que es a la vez conmovedora y perturbadora. Su Alicia es una joven consumida por una insatisfacción profunda, un vacío que la impulsa a buscar un propósito en el ejército. La evolución de Alicia, desde una joven apática y buscando consuelo en la uniformidad militar, hasta una mujer que enfrenta la brutalidad de Guantánamo y encuentra la humanidad en la amistad más inesperada, es el núcleo de la película. Stewart no recurre a la grandilocuencia emocional, sino que transmite la complejidad de Alicia a través de la mirada, la postura y los gestos, generando empatía y comprensión. La química entre Stewart y el actor que interpreta al prisionero, Yahya Mahmoudi, es palpable y fundamental para el impacto emocional de la película.

El guion, adaptado de una investigación de Jason Epstein, se destaca por su rigor intelectual y su planteamiento ético. La película no ofrece respuestas fáciles ni juicios morales simplistas. En cambio, presenta una exploración dolorosa y sutil de las consecuencias políticas y morales de la guerra contra el terror, la deshumanización de los prisioneros y el costo humano de las decisiones tomadas en los despachos. La narrativa se estructura alrededor de la amistad entre Alicia y el prisionero, quien, a pesar de las circunstancias extremas, se presenta como un ser humano con dignidad y aspiraciones. Esta relación, que surge de la conexión silenciosa e incondicional, es el corazón moral de la película. Burns logra, además, mantener un equilibrio entre la denuncia política y la exploración de la individualidad, evitando caer en sermones o en la manipulación sentimental. La película se pregunta, en última instancia, si la venganza o la reconciliación son realmente posibles.

Si bien la lentitud del ritmo podría no ser del gusto de todos, “Camp X-Ray” es una película importante y reflexiva. No es una experiencia fácil, pero sí es una experiencia que te obliga a confrontarte con preguntas incómodas sobre el poder, la justicia y la naturaleza humana. La película no busca el entretenimiento superficial; busca generar un debate y una conexión personal con un tema global y profundamente perturbador. Es, sin duda, una de las películas más destacadas del año.

Nota: 8/10