Canguro Jack: Trinca y brinca (2003)

“Canguro Jack: Trinca y brinca” es, en su esencia, una comedia de acción con un humor torpe y repetitivo que se aferra a la premisa más extraña posible: un estafador de poca monta y un aspirante a músico se ven envueltos en un plan para la mafia, todo ello gracias a un canguro robótico con un particular gusto por la ropa roja. La película, dirigida por Peter Johnson, apuesta por un tono visualmente colorido y exagerado que, aunque efectivo en algunos momentos, corre el riesgo de volverse abrumador. El apartado técnico es competente, con algunas secuencias de acción bien coreografiadas y efectos visuales que, si bien no revolucionan, cumplen su función de dotar de ritmo y entretenimiento a la trama.

La película se basa fuertemente en el contraste entre la ineptitud de los protagonistas, interpretados por Jerry O'Connell y Anthony Anderson, y la seriedad del entorno mafioso australiano. Anderson, en particular, ofrece una actuación sólida, canalizando con éxito la mezcla de nerviosismo y desesperación de su personaje. O'Connell, aunque cómico, carece de la chispa necesaria para realmente encarnar a un estafador que se ve envuelto en un lío que no ha pedido. La química entre ambos actores es fundamental para que la comedia funcione, y afortunadamente, logran crear un buen equilibrio, aunque su diálogo a veces resulta forzado y poco natural.

El guion, escrito por varios autores, es la debilidad principal de la película. La trama, aunque original en su concepción, se desvía demasiado en el desarrollo. Los giros argumentales, más que sorprendentes, parecen invenciones de última hora que no tienen una justificación sólida dentro de la narrativa. La subestimación de los personajes secundarios, relegados a papeles de relleno, es otro aspecto que resta valor a la historia. La resolución, aunque ingeniosa, se siente apresurada y con un ritmo desenfocado, lo cual, en conjunto, disminuye la intensidad de la conclusión.

Sin embargo, “Canguro Jack” no es una película que pretenda ser una obra maestra del cine. Se trata de un entretenimiento ligero, un escape de fin de semana para aquellos que buscan una comedia de acción absurda y sin pretensiones. La idea del canguro ladrón es, sin duda, la joya de la corona, y la película se beneficia de ello. No obstante, la falta de profundidad, la narración a veces desgarbada y la ejecución poco pulida impiden que sea algo más que una nota de color en el panorama cinematográfico. La película cumple su propósito de generar risas, pero deja una sensación de que podría haber sido mucho más.

Nota: 6/10