Carne de neón (2010)

“Carne de neón” es una película que te golpea con la fuerza de una puñalada en el corazón, a pesar de su estética perturbadora y su ambientación decadente. La dirección de Rodrigo de la Serna es, sin duda, el punto más fuerte de la obra. De la Serna consigue crear una atmósfera opresiva, casi tangible, que se infiltra en cada plano. La fotografía de Marcelo D'Almás es impecable, utilizando la luz de neón y la oscuridad como metáforas de la corrupción moral y las heridas emocionales que atormentan a sus personajes. Cada esquina, cada callejón, cada club nocturno se convierten en testigos de un drama familiar complicado y profundamente triste.

Mario Casas ofrece una actuación sobresaliente como Ricky. Su interpretación es cruda y visceral, transmitiendo la desesperación, la rabia contenida y la fragilidad de un joven marcado por un abandono temprano. Casas no se limita a interpretar un personaje marginalizado; explora la complejidad de Ricky, mostrando su vulnerabilidad y su deseo de encontrar un sentido en su vida. La química que establece con Ángela Molina es notable, y sus escenas juntas son las más impactantes de la película. Molina, por su parte, transmite una amargura implacable, un dolor profundo que se manifiesta en su personaje. Su Pura no es una madre tradicional; es una mujer rota, consumida por su pasado y por la culpa. El duelo entre madre e hijo, una relación marcada por el odio y la necesidad de amor, es el eje central de la narrativa y se desarrolla con una intensidad que te atrapa desde el principio.

El guion, aunque con algunos momentos de excesiva melodramatización, es inteligente y original. La idea de Ricky creando un puticlub como una forma de ayudar a su madre le da un toque distintivo a la historia. Sin embargo, no se limita a ser un simple artificio narrativo. El guion explora temas como la clase social, la pobreza, el abandono familiar y la redención. A pesar de la oscuridad del ambiente y las situaciones, la película no cae en el sensacionalismo. Se centra en la humanidad de sus personajes, en sus errores y en su lucha por superar sus propios demonios. La inclusión de personajes secundarios, como los amigos de Ricky, añade un elemento de comicidad a la trama, aunque también sirven para ilustrar la situación social y la marginalidad de los protagonistas. La banda sonora, con influencias del rock y la música electrónica, complementa a la perfección la atmósfera oscura y decadente de la película.

No obstante, “Carne de neón” no está exenta de fallas. Algunos diálogos son demasiado expositivos y el ritmo, en ciertos momentos, se vuelve algo lento. La película también podría haber explorado más a fondo las implicaciones morales de las acciones de Ricky. A pesar de estas pequeñas imperfecciones, es una película que te deja pensando mucho después de que termina, un retrato visceral de la desesperación y la búsqueda de la redención en un entorno social brutalmente implacable.

Nota: 8/10