Carretera perdida (1997)

“Carretera Perdida” (Lost Highway) de David Lynch es, sin duda, una de esas películas que te deja con la piel de gallina y una sensación persistente de incomodidad, incluso mucho después de que los créditos finales hayan terminado de rodar. Lynch no ofrece respuestas fáciles, sino que se sumerge en un laberinto psicológico donde la realidad y la percepción se difuminan hasta casi desaparecer. La película se presenta como un thriller de suspense, pero rápidamente se revela como algo mucho más complejo, una exploración visceral de la identidad, la culpa, el trauma y la naturaleza del deseo.

La dirección de Lynch es, como siempre, magistral. La fotografía de Dennis Lee, con sus tonos sepia y sus largos planos secuencia, crea una atmósfera opresiva y onírica. La banda sonora, compuesta por Angelo Badalamenti, es absolutamente fundamental para la película. No es un acompañamiento musical, sino un personaje en sí mismo, que amplifica las emociones y las inquietudes que se suscitan a lo largo de la narrativa. Hay momentos en los que la música te parece más explícita que el diálogo, transmitiendo la angustia y la desesperación de los protagonistas.

Billy Bob Thornton ofrece una actuación que marca la diferencia. Interpreta a Fred Madison con una mezcla de vulnerabilidad y vulneración, transmitiendo la fragilidad de un hombre asediado por sus propios demonios. Su actuación es sutil, pero profundamente efectiva. La química entre Thornton y Frances Farmer, que interpreta a Renée, es palpable, creando una dinámica compleja y llena de matices. Farmer, por su parte, está en una de sus mejores actuaciones, mostrando una gran capacidad para expresar la confusión y el miedo. La película depende enormemente de la intensidad de estas interpretaciones, y no defrauda.

El guion, a menudo fragmentado y confuso, es la principal razón para la fascinación (y, para algunos, la frustración) de “Carretera Perdida”. Lynch no se preocupa por explicar cada detalle, dejando que el espectador interprete los eventos y las motivaciones de los personajes. La película está repleta de simbolismos y referencias a la mitología, el folclore y la literatura, que invitan a la reflexión. Sin embargo, esta ambigüedad puede ser un obstáculo para algunos, quienes se sienten perdidos y sin saber qué está pasando. No obstante, creo que precisamente esa incomodidad, esa sensación de que algo no cuadra, es lo que hace que la película sea tan memorable. Lynch utiliza las convenciones del thriller para desmantelarlas, obligando al espectador a confrontar sus propios miedos e inseguridades.

Finalmente, la película no es una búsqueda de respuestas, sino un viaje a través del subconsciente, un viaje a la oscuridad de la psique humana. Es una experiencia cinematográfica intensa y perturbadora que te hará cuestionar la realidad y tu propia percepción del mundo. No es una película para todos, pero para aquellos que se atreven a adentrarse en su mundo onírico, “Carretera Perdida” ofrece una experiencia cinematográfica única e inolvidable.

Nota: 8/10