Cartouches gauloises (2007)

“Cartouches Gauloises” no es una película que te golpea desde el primer momento; es una de esas obras que se construye lentamente, como un castillo de arena que, a pesar de las tormentas, se mantiene firme gracias a su meticulosa arquitectura. Dirigida con sensibilidad por Rachid Bouchaoucha, la película se sumerge en la atmósfera opresiva de Argelia en los albores de la guerra de Independencia, ofreciendo un retrato íntimo y a la vez cargado de significado de la lucha por la libertad a través de la mirada de dos amigos, Ali y Nadia.

La película se centra en la relación entre Ali y Nadia, dos hombres que se conocen desde la infancia y que, a pesar de las diferencias y los caminos que la vida les ha impuesto, mantienen un vínculo inquebrantable. La pasión de Nadia por las cartulinas gaulesas, un símbolo de rebeldía y juventud, funciona como un hilo conductor que une el pasado con el presente, evocando recuerdos de una época más libre y esperanzadora. Sin embargo, esta búsqueda de la nostalgia se convierte en un reflejo de la propia búsqueda de libertad del país y, por extensión, de los personajes.

El guion, firmado por Bouchaoucha, es notable por su delicadeza y su capacidad para transmitir la complejidad de las emociones humanas en un contexto de conflicto. Se evita la grandilocuencia y la propaganda, enfocándose en los detalles cotidianos que revelan la verdad de la situación. Las conversaciones entre Ali y Nadia son especialmente potentes, llenas de matices y silencios que hablan más que mil palabras. No hay héroes o villanos, sino personajes humanos con sus virtudes y defectos, atrapados en una realidad que les obliga a tomar decisiones difíciles.

Las actuaciones son sobresalientes, con un Mehdi Nebir en estado puro como Ali, transmitiendo con precisión la melancolía y la preocupación por el futuro. Rana Toureni, como Nadia, ofrece una interpretación magnética, logrando capturar la sensualidad y la fuerza de una mujer que se niega a ser silenciada. La química entre los dos actores es palpable, creando una conexión convincente que es el corazón de la película. El reparto secundario, aunque no tiene un papel central, contribuye a la autenticidad del entorno y a la riqueza de la narrativa.

Bouchaoucha demuestra una maestría en la construcción de atmósferas. La fotografía, con sus tonos cálidos y sus escenarios árabes, crea un ambiente que es a la vez hermoso y sombrío. La banda sonora, discreta pero efectiva, refuerza la sensación de estar inmerso en la época. En definitiva, "Cartouches Gauloises" es una película que te lleva a reflexionar sobre la amistad, la memoria y la resistencia, y que te recuerda la importancia de defender lo que creemos. Es un cine inteligente y conmovedor, que merece ser visto y discutido.

Nota: 8/10