Casa casino (2017)

“Casa Casino”, la reciente película de Roger Avary, no es una obra maestra cinematográfica en el sentido tradicional. Se le podría describir como una comedia negra profundamente humana y, sorprendentemente, conmovedora que se burla de la ambición desmedida y las consecuencias de sus acciones. La película, adaptada de la novela de James Sallis, se centra en la desesperación de un matrimonio, los Riley, a punto de perderlo todo. Su situación económica los obliga a tomar una decisión impensable: convertir el sótano de su casa en un casino clandestino. La premisa es audaz y, gracias a la dirección de Avary, se ejecuta con un realismo visceral que te atrapa desde el primer minuto.

Roger Avary, conocido por su trabajo con Tarantino, demuestra una habilidad considerable para contar historias a través de la observación y la caracterización. Evita las grandilocuencias y las soluciones fáciles, optando por una aproximación cruda y directa a la vida de los Riley. La ambientación es impecable; la película se siente como un documental, capturando la atmósfera claustrofóbica de una casa familiar en crisis y la tensión creciente del negocio ilegal que se desarrolla en el sótano. La fotografía, a cargo de José Luis Alcérreca, es sombría y perturbadora, reflejando el estado emocional de los personajes y la naturaleza corrupta de sus actividades.

Las actuaciones son, en su mayoría, excelentes. Frank Langella ofrece una interpretación magistral como el padre Riley, un hombre obsesionado con la recuperación de su estatus social y económico, sacrificando la moralidad en aras de la ambición. Su descenso a la locura es aterrador y profundamente desgarrador. Pero la verdadera joya de la película es Jane Alexander, que interpreta a la madre Riley. Su interpretación es sutil, pero increíblemente poderosa, transmitiendo el dolor, la frustración y la desesperación de una mujer que ve su familia desmoronarse ante sus ojos. La química entre Langella y Alexander es palpable, creando un diálogo natural y convincente que sustenta la narrativa.

El guion, por supuesto, es el elemento central de la película. Avary evita recurrir a clichés y estereotipos. Las conversaciones son ágiles y mordaces, revelando la complejidad de las relaciones familiares y la naturaleza hipócrita de la sociedad en la que viven. La película no juzga a los Riley; simplemente los observa, documentando sus decisiones y sus consecuencias con una honestidad brutal. A pesar de su tono oscuro, hay momentos de humor negro que alivian la tensión y proporcionan una visión irónica de la condición humana. Sin embargo, la película no rehúye de mostrar el lado oscuro de la ambición y la corrupción. La película plantea preguntas importantes sobre la ética, la familia, la moral y el precio de la felicidad.

“Casa Casino” es una película que se queda contigo mucho después de que los créditos finales han terminado. No es un entretenimiento ligero, pero es una experiencia cinematográfica memorable que te obliga a reflexionar sobre las decisiones que tomamos y las consecuencias de nuestras acciones. Es una película perturbadora, pero también conmovedora y, en última instancia, profundamente humana.

Nota: 8/10