Casa de juegos (1987)

“Casa de juegos” es un thriller psicológico que, en lugar de optar por la espectacularidad de los clichés del género, construye un atmósfera de tensión claustrofóbica y un descenso a la locura con una eficacia inquietante. La película, dirigida con maestría por Todd Haynes, se aferra a la incomodidad y al detalle, explorando la fragilidad mental y la búsqueda de redención a través de personajes moralmente ambiguos y, en su mayoría, profundamente perturbados.

Anne Hathaway ofrece una actuación absolutamente brillante como la Dra. Margaret Ford. Su interpretación es sutilmente magistral; Hathaway no se limita a interpretar a una psiquiatra, sino que se sumerge en la desesperación y la creciente paranoia de Margaret, transmitiendo con gran precisión la sensación de estar al borde del abismo. Su mirada, llena de incertidumbre y un ligero temor, es la clave para comprender la inestabilidad emocional de su personaje. Aunque la película la sitúa en una situación de vulnerabilidad, Hathaway le otorga una dignidad que la convierte en una heroína no convencional, a la que el espectador se siente obligado a apoyar a pesar de sus decisiones cuestionables.

El guion, firmado por Charlie Kaufman y Nat Faxon, se aleja considerablemente de los convencionalismos del thriller. No es una película de persecuciones ni de explosiones, sino que se centra en la relación entre Margaret y Mick (Aaron Eckhart), un charlatán experto en juegos de azar que intenta, a su manera, ayudarla a pagar la deuda de su paciente. La película no explica completamente las motivaciones de ningún personaje, dejando que el espectador interprete sus acciones y sus verdaderas intenciones. Esta ambigüedad es deliberada y contribuye a la sensación de incomodidad que impregna la trama. La narrativa se siente como un laberinto, y el espectador se ve constantemente en la incertidumbre de no saber exactamente qué está pasando o qué sucederá.

La dirección de Haynes es impecable. Utiliza la fotografía de Lachlan McLellan para crear una atmósfera densa y opresiva, jugando con la iluminación y el color para reflejar el estado mental de los personajes. Los planos largos y la composición cuidadosa enfatizan la sensación de aislamiento y la creciente inestabilidad emocional. La banda sonora, compuesta por Peter Glanz y Geoff Barrow, es igualmente efectiva, con sonidos disonantes y ritmos inquietantes que refuerzan la tensión y el suspense. Sin embargo, el ritmo, en ocasiones, se siente pausado hasta el punto de resultar un poco denso; una mayor fluidez en ciertas secciones podría haber mejorado la experiencia del espectador.

En definitiva, “Casa de juegos” es una película estimulante y perturbadora que invita a la reflexión sobre la naturaleza de la culpa, la redención y la fragilidad de la condición humana. No es un entretenimiento ligero, pero sí una obra cinematográfica de alto nivel que dejará una huella duradera en el espectador. Es una película que se queda contigo mucho después de haberla visto.

Nota: 8/10