Cascanueces (1993)

“Cascanueces y el Rey Ratón” (1990) de Tim Burton es mucho más que una simple película navideña; es una experiencia cinematográfica que, a pesar de sus evidentes virtudes, ahora, treinta y tantos años después de su estreno, evoca una mezcla de nostalgia agridulce y un sentimiento de haber visto algo inmensamente mágico ya demasiadas veces.

La película, con su estética particular – oscura, estilizada, con una paleta de colores que oscila entre el pastel y el gótico – es inmediatamente reconocible como una creación de Tim Burton. Su dominio visual es innegable; cada escena está meticulosamente elaborada, desde el diseño de los juguetes hasta la arquitectura de la mansión de la Reina Ratona. Burton crea un mundo que es a la vez aterrador y encantador, un universo onírico donde las proporciones son distorsionadas y la lógica es reemplazada por la fantasía. La dirección visualmente es, sin duda, la estrella de la película y, en cierto modo, la razón por la que sigue siendo tan popular.

La actuación de Corey Feldman como Cascanueces es un punto a favor. Si bien su interpretación puede sentirse un poco forzada en algunos momentos, su entusiasmo y su capacidad para transmitir la ingenuidad y la valentía del personaje son palpables. Bill Murray, como el Sr. Gus, es puro deleite. Su encanto natural y su maestría para la comedia le confieren una presencia destacada. Sin embargo, las actuaciones de los otros personajes, particularmente la Reina Ratona (Angela Lansbury) y el Sr. Drosselmeyer (Alec Baldwin), aunque talentosas, no alcanzan el mismo nivel de impacto.

El guion, escrito por Del Griffith y Linda Griffith, es una adaptación libre del cuento de E.T.A. Hoffmann. Si bien el relato original es conocido por su atmósfera inquietante y su simbolismo complejo, la película se centra más en la aventura y el romance. El guion simplifica algunos de los elementos del cuento original, pero logra mantener la esencia de la historia y la core de la trama. La adaptación se siente en ocasiones un poco apresurada, y algunos momentos podrían haber sido explorados con mayor profundidad. No obstante, la película conserva un ritmo ágil y una sucesión de escenas memorables, con momentos de tensión y humor que la mantienen entretenida.

Más allá de la aventura y el romance, “Cascanueces y el Rey Ratón” aborda temas como la valentía, la amistad y la importancia de creer en uno mismo. La película transmite un mensaje positivo, sin caer en la condescendencia, y ofrece una visión optimista de la Navidad. Aunque el final es, quizás, algo convencional, la magia de la experiencia cinematográfica reside en el viaje que el espectador emprende junto con Marie en este mundo de fantasía. Es, en definitiva, una película que evoca la infancia y que, a pesar de sus años, sigue siendo capaz de transportar al espectador a un lugar donde la imaginación es el límite.

Nota: 7/10