Caso cerrado (1985)

“Caso Cerrado” es una película que, paradójicamente, termina siendo más un enigma que una resolución. La historia, ambientada en un entorno de alta sociedad y tensiones familiares, presenta un caso de corrupción que se desenvuelve con una lentitud calculada, que, si bien crea suspense, a veces se siente excesivamente prolongada y cercana a la parodia del thriller legal. La premisa inicial – un matrimonio judío, un banquero implicado en desfalcos y un viaje a Francia – es atractiva y ofrece un buen punto de partida para explorar la dinámica familiar y la lucha contra la corrupción.

La dirección de Rodrigo Eskens se mantiene discreta, prefiriendo un estilo visual sobrio y centrado en los personajes. Se evita la espectacularidad, optando por una fotografía que transmite el ambiente de opulencia y la atmósfera de intriga, aunque a veces esto resulta en una película un poco fría y despersonalizada. La banda sonora, aunque presente, no aporta un impacto significativo, integrándose discretamente en la narrativa. No obstante, el director logra mantener el interés del espectador, especialmente en los momentos de interrogatorio y confrontación, gracias a un ritmo pausado que favorece la reflexión.

El núcleo de la película reside en las actuaciones de su reparto. Bruno Ganz, en un papel magistral, encarna a César con una mezcla de vulnerabilidad y determinación. Su evolución, desde la ingenuidad inicial hasta la tenacidad en la defensa de su inocencia, es convincente y conmovedora. El resto del elenco, incluyendo a la suegra interpretada por Julieta Lanau, cumplen con buen nivel, aunque sus personajes, en general, carecen de profundidad y se limitan a cumplir su función dentro del drama. Particularmente, la interpretación de la mujer de César, interpretada por Marina de Tavira, aporta un matiz de inquietud y complicidad, aunque su papel podría haber sido más desarrollado.

Sin embargo, el guion es, sin duda, el punto más débil de la película. Si bien el planteamiento inicial es interesante, la resolución del caso resulta abrupta y poco satisfactoria. Las motivaciones de los corruptos se presentan de manera superficial y las conexiones entre los personajes no siempre son claras, lo que hace que el desenlace carezca de la fuerza dramática que se esperaba. La trama se complica innecesariamente y se pierde en detalles que no aportan valor real a la historia. El desarrollo de la relación entre César e Isabel, aunque presente, se siente poco explorada, limitándose a momentos fugaces de tensión doméstica. El guion podría haber profundizado en la psicología de los personajes y en las consecuencias del desfalco en la comunidad judía, enriqueciendo así la narrativa.

En definitiva, "Caso Cerrado" es una película con potencial desaprovechado. La actuación de Bruno Ganz y la atmósfera general logran mantener el interés del espectador durante su duración. No obstante, el guion deficiente y la resolución poco convincente impiden que la película alcance su máximo potencial. Una película que, a pesar de sus virtudes, termina siendo un caso no resuelto.

Nota: 6/10