Casper (1995)

“Casper” (1995) no es una película que se olvida fácilmente. A pesar de haber sido objeto de cierto sentimentalismo y de un éxito de taquilla considerable, la película de Warren Easton, en la dirección de Brad Silberling, merece una reconsideración, revelándose, en retrospectiva, una pieza con un encanto peculiar y un mensaje subyacente que va más allá del simple entretenimiento familiar. La película se erige como un estudio sobre la soledad, la aceptación y la búsqueda de conexión, elementos que resuenan sorprendentemente fuerte a lo largo de sus casi dos horas de duración.

La dirección de Silberling logra mantener un equilibrio delicado entre el tono humorístico y el emotivo. Las secuencias de fantasmas, aunque a veces un tanto exageradas en su ejecución, son visualmente atractivas y, lo más importante, servidas con un toque de humor negro que se integra bien en el universo de la película. Se evita caer en el melodrama excesivo, y la relación entre Harvey y Kat, el doctor y la hija, se desarrolla de forma orgánica, con momentos de tensión y complicación que se disuelven en un afecto genuino. La película no se toma a sí misma demasiado en serio, lo que contribuye a su encanto y a su capacidad para conectar con el público.

Las actuaciones son, en general, sólidas. Chris Farley como Látigo es una joya. Su exuberante y caótico personaje es, sin duda, el corazón de la película. Sin embargo, la verdadera revelación es Bill Murrey como el fantasma “Tufo”. Murrey logra infundir una profunda tristeza en este personaje, contrastando marcadamente con el humor implacable de Látigo. La presencia de Bill Murrey es un ancla emocional crucial, y su actuación ayuda a que la película trasciende el mero entretenimiento. Christina Ricci, como Kat, ofrece una interpretación convincente de una adolescente que lucha con su propia incomodidad y su desconfianza hacia el mundo exterior.

El guion, escrito por Robert Zemeckis, Neil Landau y Bruce Harris, no es complejo, pero sí eficaz. Se centra en la dinámica familiar disfuncional y en la necesidad de aceptación. La idea de que la amistad entre un fantasma y una adolescente puede ser el camino hacia la curación emocional es interesante y bien ejecutada. La trama, aunque predecible en su esencia, se beneficia de los personajes carismáticos y del tono ligero y entretenido. Sin embargo, el guion podría haber profundizado un poco más en el trasfondo de los fantasmas, explorando quizás sus motivaciones y su historia de forma más detallada. La película se limita a presentar a estos seres como seres torpes y solitarios, sin explorar las consecuencias de su existencia.

A pesar de sus limitaciones, “Casper” es una película agradable y conmovedora. Es un testimonio de cómo un buen equilibrio entre humor, ternura y personajes entrañables puede crear una experiencia cinematográfica memorable. Su mensaje de aceptación y la posibilidad de encontrar la amistad en los lugares más inesperados son elementos que siguen siendo relevantes hoy en día. No es una obra maestra, pero merece el reconocimiento que ha recibido, ofreciendo un respiro del entretenimiento convencional.

Nota: 7/10