Cat Run (2011)

“Cat Run” no es un thriller convencional. No pretende asustar, ni desatar una espiral de violencia. Más bien, es un descenso pausado y perturbador a la conciencia de dos individuos moralmente ambiguos, atrapados en una trama que se revela con una lentitud deliberada y una atmósfera opresiva. La película, dirigida por Robert Vehler, se adscribe a un género híbrido que mezcla elementos del neo-noir con un thriller psicológico, pero lo hace con una sensibilidad que recuerda a las películas de Brian De Palma, aunque sin el virtuosismo visual o la teatralidad explícita de este último.

La premisa, aunque simple al principio –la protección de una mujer y la búsqueda de justicia contra un senador corrupto– se convierte en un motor que impulsa las acciones de Anthony y Julian, dos hombres con un pasado turbulento y una relación basada en la desconfianza. El guion, escrito por Vehler y Steve Stranger, evita los clichés del género, priorizando la construcción de personajes complejos y la exploración de sus motivaciones. Las conversaciones, a menudo largas y sutiles, revelan una profunda incomprensión mutua y un sentimiento de soledad que permea toda la historia. No se apresuran a dar respuestas, permitiendo que el espectador se sumerja en las dudas y las contradicciones de los protagonistas.

Las actuaciones son un punto fuerte indiscutible. Patrick Fugit y Michael C. Hall ofrecen interpretaciones sólidas y convincentes. Fugit, como Anthony, transmite una vulnerabilidad inquietante, mientras que Hall, en el papel de Julian, domina la ambivalencia del personaje, mostrando su capacidad para la crueldad y su necesidad de redención. La química entre los dos actores es palpable, creando un vínculo inestable que se vuelve crucial para la trama. Otros personajes secundarios, aunque menos desarrollados, aportan matices a la historia, como la prostituta, interpretada por una cautivadora Kelly Macdonald, que se mueve con una dignidad silenciosa a pesar de su situación.

Sin embargo, “Cat Run” no está exenta de defectos. La lentitud con la que avanza la trama puede resultar frustrante para algunos espectadores, especialmente en la primera hora de la película. La dirección, aunque efectiva para generar tensión, podría haber beneficiado de un mayor dinamismo visual. Además, algunos elementos de la trama, como la conexión entre el senador y el pasado de Julian, se sienten algo predecibles. No obstante, la atmósfera opresiva, el juego psicológico y las interpretaciones destacadas logran compensar estas deficiencias, convirtiendo “Cat Run” en una experiencia cinematográfica memorable, aunque no para todos los públicos. Es una película que requiere paciencia y una predisposición a sumergirse en la oscuridad de la psique humana.

Nota: 7/10