“Cats” de Tom Hooper es un espectáculo visualmente deslumbrante, un torbellino de color, movimiento y efectos especiales que, lamentablemente, se enfrenta a un guion excesivamente comprimido y una dirección que, aunque audaz, no logra conectar verdaderamente con la esencia del material original. El musical, adaptado de la obra teatral de Andrew Lloyd Webber y la colección de poemas de T.S. Eliot, ha sido un fenómeno mundial, y Hooper ha optado por una visión más cinematográfica, alejándose por completo de la escenografía tradicional de un teatro de musicales. Esta decisión, por un lado, abre la puerta a una experimentación técnica asombrosa, con proyecciones holográficas impresionantes y la creación de un mundo felino aparentemente tangible. Sin embargo, esta libertad estilística tiene un costo significativo: la trama se diluye en un mar de visualismos.
La dirección de Hooper se centra en la inmersión visual más que en la narrativa. Las escenas se suceden a un ritmo frenético, a menudo con tomas cortas e inconexas que, aunque dinámicas, desorientan al espectador. La banda sonora de Webber, con sus melodías pegadizas y emotivas, se mantiene fuerte, pero se ve socavada por la falta de un desarrollo dramático sólido. Los momentos emocionales, como la súplica de Grizabella por ser amada, palidecen frente a la sobrecarga sensorial. Aunque se intuye una historia de aceptación, de la búsqueda de la identidad y del deseo de trascender, esta se pierde en el ruido de la producción.
Las actuaciones son, en su mayoría, sólidas, aunque a menudo eclipsadas por la magnitud de la puesta en escena. Judi Dench como Old Deuteronomy transmite la complejidad de su personaje, la mezcla de sabiduría y compasión. Ian McKellen ofrece una interpretación robusta de Mr. Mistoffelees, dotándolo de una vitalidad que contrasta con la melancolía predominante. La presencia de actores como James Corden y Daniel Craig añade un valor adicional, aunque sus papeles, en gran medida, son pedestres. Sin embargo, es la interpretación de Michelle Pfeiffer como Grizabella la que más destaca, capturando con maestría la tristeza y el anhelo del personaje, aportando un núcleo emocional fundamental a la historia.
En definitiva, “Cats” es un espectáculo que, aunque técnicamente impresionante y visualmente estimulante, carece de la profundidad y el corazón que caracterizaron al musical original. Es un triunfo de la producción, pero una derrota para el guion y la narrativa. La película se convierte en un ejercicio de estilismo y efectos especiales, con la emoción y la historia relegadas a un segundo plano. Se siente como una experiencia, pero no como una película que te deje algo importante para reflexionar después de salir del cine.
Nota: 6/10