“Cazafantasmas: Imperio helado” se presenta como un retorno a las raíces, una oportunidad para recalibrar los miedos y las dinámicas de un equipo que ha visto pasar años. Y, en cierta medida, lo logra, aunque no sin algunas fisuras en el entramado que lo hace más complejo de lo que quizás se esperaba.
La película nos devuelve a Nueva York, la ciudad que vio nacer y crecer al equipo Spengler. La premisa es interesante: la aparición de una amenaza ancestral, una forma de espectro que está desestabilizando la realidad, obliga a los nuevos integrantes del equipo a unirse a las caras más veteranas en una misión que se alarga mucho más de lo previsto. La dirección de Mark Freirman es competente, estableciendo un ritmo pausado que permite desarrollar los personajes y las relaciones, aunque esto a veces se traduce en una lentitud que puede cansar al espectador. La película no se apresura en sus giros argumentales y, a veces, eso se siente como una reflexión excesiva sobre la necesidad de explicar cada detalle de la amenaza.
Las actuaciones son un punto fuerte indiscutible. Paul Rudd, como Peter Solomon, continúa demostrando su versatilidad y carisma, albergando un contagioso optimismo que se convierte en el ancla emocional de la narrativa. Carrie Coon, como Silvia Spengler, profundiza en la complejidad de su personaje, explorando las cicatrices emocionales que la han marcado y su lucha por proteger a su hija. Isabel Reyes, como la joven Ruby Spengler, ofrece una interpretación convincente, mostrando una evolución palpable a lo largo de la película. La incorporación de los nuevos miembros del equipo, incluyendo a Finneas Byrne (Sam Richardson) y Monroe Bryant (Dean Norris), aporta frescura y dinamismo, pero a veces se sienten un tanto planos en comparación con los personajes consolidados.
El guion, aunque intenta abordar temas interesantes como la herencia, el miedo y la responsabilidad, a veces se queda a medio camino. La trama, centrada en la búsqueda de una “fuente de energía” que impulsa el terror, se siente un tanto artificiosa y carente de una verdadera urgencia. Los flashbacks a los eventos de Oklahoma, aunque útiles para contextualizar la historia y explicar el origen del miedo, se intercalan de forma desordenada, diluyendo el impacto dramático. La película busca generar suspense, pero las soluciones a los problemas que surgen se resuelven de manera un tanto simplificada, con finales que se sienten un poco predecibles.
En definitiva, “Cazafantasmas: Imperio helado” es una película entretenida, visualmente atractiva y con un buen elenco. Sin embargo, le falta ese elemento de originalidad y audacia que hizo tan memorable a la saga inicial. Es un digno secuela, pero no alcanza el nivel de los primeros capítulos, perdiendo algo de su magia y dinamismo original. Se disfruta, pero con la expectativa de que, quizás, los próximos entregas recuperen el rumbo.
Nota: 6.5/10