“Cerdita” es una película que se atreve a explorar, con una mezcla interesante de thriller psicológico y drama social, la vulnerabilidad y la compleja relación entre el individuo y la comunidad. No es una película fácil de ver, y mucho menos, un espectáculo ligero para el público. El director ha optado por un enfoque lento y contemplativo, dejando que la atmósfera de incomodidad y desconfianza se filtre gradualmente en el espectador, generando un fuerte impacto emocional que perdura incluso después de que la película haya terminado.
El guion, aunque no desborda originalidad en su premisa central, demuestra una capacidad notable para construir la tensión. La trama se centra en Sara, interpretada con una lucidez impresionante por Daniela Castro, una actriz que, debo añadir, se desenvuelve con una naturalidad sorprendente en un papel que podría haber sido más forzado. Castro logra transmitir la angustia, la frustración y la creciente sospecha de su personaje con una sutileza que evoca una empatía profunda. La historia no se basa en acción trepidante, sino en la construcción del misterio y la manipulación psicológica, lo que la convierte en una experiencia más introspectiva. La película no se limita a mostrar la crueldad física, sino que se adentra en el dolor emocional de ser constantemente juzgado y avergonzado por la apariencia.
Sin embargo, la película se beneficia enormemente de las actuaciones secundarias. Las "cerditas" que acosan a Sara, a pesar de ser personajes caricaturescos en su representación inicial, se presentan con matices que revelan la complejidad de sus propias inseguridades y la influencia del entorno. No son simples villanas, sino víctimas de una sociedad que impone estándares de belleza inalcanzables. La dirección de arte es acertada, utilizando colores apagados y paisajes sombríos que reflejan el estado emocional de Sara y el aislamiento del pueblo. El sonido, con un uso cuidadoso de la música y los efectos de sonido, contribuye a la creación de una atmósfera opresiva y claustrofóbica.
A pesar de su ritmo pausado, “Cerdita” no cae en la melancolía excesiva. La trama se mantiene dinámica gracias a la presencia del misterioso desconocido, un personaje enigmático interpretado por Rodrigo Santoro, cuya motivación y relación con Sara son reveladas gradualmente a través de diálogos ambiguos y escenas cargadas de simbolismo. La película explora temas como la identidad, el trauma, la responsabilidad y el poder de la mentira, obligando al espectador a cuestionar sus propios prejuicios y su percepción de la belleza. La resolución del enigma, aunque puede resultar algo abrupta para algunos, aporta un cierre emocionalmente resonante que subraya la importancia de la autoaceptación y la lucha contra la intolerancia.
Nota: 7.5/10