“Cero en conducta” (Zero Tolerance) es una película que, aunque carece de la grandilocuencia de la New Line Cinema de sus inicios, ofrece una dosis refrescante de adrenalina adolescente y un retrato, aunque simplificado, de la adolescencia rebelde. La película, dirigida con una energía palpable por el veterano Norman Jewison, no intenta ser un drama profundo, sino un thriller adolescente puro y duro, y en ese cometido, cumple con notable éxito.
La película se centra en Lex, un joven con una visión clara de su futuro: presenciar en vivo el concierto de Kiss. Esta ambición, aparentemente inofensiva, desencadena una serie de eventos caóticos que obligan a Lex y sus amigos, Trip, Hawk y Jan, a recurrir a medidas extremas para poder asistir al evento. Desde robar un coche hasta el internado, la trama se complica rápidamente, ofreciendo momentos de tensión genuina y un ritmo frenético que mantiene al espectador en vilo. Jewison, con su experiencia, maneja con maestría estas situaciones, evitando caer en clichés y apostando por la acción y la sorpresa.
Las actuaciones son sólidas y convincentes. Brandon Quintin, como Lex, transmite la determinación y la impulsividad de su personaje, mientras que el resto del elenco –especialmente James Schooldress como el padre de Lex, un hombre al borde del colapso– ofrece interpretaciones honestas y creíbles. No son estrellas en ciernes, sino jóvenes actores que logran dar vida a personajes con los que es fácil conectar, incluso si sus motivaciones pueden parecerlamente exageradas.
El guion, aunque predecible en algunos momentos, se beneficia de la dirección creativa de Jewison. Si bien la trama principal es relativamente sencilla, la película evita la solemnidad y se centra en la acción y el humor negro. Las escenas de persecución son efectivas y visualmente atractivas, y las situaciones cómicas, aunque a veces un tanto forzadas, logran generar momentos de alivio. La película también utiliza el suspense de forma inteligente, creando una atmósfera de incertidumbre que mantiene al espectador preguntándose qué ocurrirá a continuación. Sin embargo, a veces el guion se basa en ciertos estereotipos de la adolescencia problemática, aunque lo hace de una forma que no resulta abiertamente ofensiva.
En definitiva, "Cero en conducta" es una película entretenida y dinámica, que, aunque no destaca por su originalidad, ofrece una buena dosis de acción adolescente y una visión convincente de los desafíos de la adolescencia. Es un clásico de culto para aquellos que disfrutan de las películas de “la fuga” y los thrillers juveniles de los ochenta, y un buen ejemplo de la capacidad de Norman Jewison para crear películas que, aunque sencillas en su trama, logran conectar con el público.
Nota: 7/10