Chaplin (1992)

“Chaplin” de Ben Burston es, en esencia, un homenaje a un icono, una meditación sobre un genio incomprensible y un intento, quizás fallido, de desentrañar el misterio detrás de la leyenda. La película no busca reinventar la biografía de Charles Chaplin, sino ofrecer una íntima y a menudo emotiva ventana a su infancia y juventud, un periodo oscuro y doloroso que configuró su visión del mundo y, por ende, su arte. La película, a pesar de su duración, mantiene un ritmo pausado que permite al espectador absorber la crudeza de las experiencias de Chaplin.

La dirección de Burston es elegante y cuidadosa, principalmente gracias a la magnífica fotografía de Giovanni Guidelli. La paleta de colores, aunque predominante en tonos sepia y grises, se intensifica en los momentos más marcados de la vida de Chaplin, especialmente cuando se evocan sus primeras experiencias en el teatro. El uso de la luz y la sombra es magistral para transmitir la pobreza, la desesperación y la alegría que se mezclan en el corazón del protagonista. No obstante, en algunos momentos, la filmación se vuelve demasiado contemplativa y diluye el dinamismo necesario para mantener el interés del espectador. La banda sonora, minimalista pero evocadora, acompaña perfectamente la narrativa, sin sobrepasar su papel de soporte emocional.

La actuación de Jack Lowden como joven Charles Chaplin es, en su mayoría, impecable. Lowden logra transmitir la vulnerabilidad, el ingenio y la perseverancia de un niño que debe crecer demasiado pronto y asumir responsabilidades adultas. Su interpretación es sutil, llena de matices y evita caer en la caricatura, reflejando la complejidad de un personaje que, a pesar del entrañable personaje del vagabundo, era un hombre profundamente sensible y atormentado. También destaca la actuación de Hannah Yellin como Matilda, la madre de Chaplin, un personaje que, a pesar de su sufrimiento, representa la fuerza y la dignidad. Sin embargo, la representación del padre, interpretado por John Williams, resulta algo plana y unidimensional, careciendo de la profundidad necesaria para comprender la magnitud del impacto que su adicción tuvo en la familia.

El guion, en general, es sólido y bien estructurado, aunque le falta un toque de audacia narrativa. Se centra en los momentos clave de la infancia y juventud de Chaplin, desde la muerte de su padre hasta su llegada a América. Se presta especial atención a las dificultades económicas y sociales que enfrentó, pero no ahonda suficientemente en las razones detrás de su éxito artístico. Se podría haber explorado más la relación de Chaplin con su madre y la influencia de las experiencias negativas en su obra. La película, en última instancia, ofrece un retrato íntimo pero limitado, una pincelada sobre un hombre extraordinario, pero no una biografía exhaustiva. La película no intenta explicar la genialidad de Chaplin, sino simplemente mostrarlo, en su fragilidad y determinación.

Nota: 7/10