“Che: Guerrilla (Parte 2)” no es simplemente una continuación; es una inmersión profunda y, a veces, visceral en la mente de Ernesto "Che" Guevara. La película, dirigida por Santiago Díaz, se aleja deliberadamente del melodrama hollywoodense y se adentra en un terreno más complejo, centrándose en la estrategia militar y la convicción política del protagonista durante sus últimos meses en Bolivia. La cinta se centra en la frustrante y sangrienta campaña de la Vía del Medio, donde el Che, ya consolido como un líder, se ve desmotivado por la incapacidad de su grupo para lograr el impacto revolucionario que esperaba. No es una glorificación del guerrillero, sino una disección implacable de las dificultades inherentes a la ideología y la implementación de un proyecto revolucionario en un contexto hostil.
La dirección de Díaz es notable. La película evita la teatralidad y se concentra en detalles realistas, en los ritmos lentos de la vida en la selva, en la comunicación cifrada, en las operaciones de inteligencia. La cinematografía, a cargo de Boris Schatzberg, es particularmente efectiva para transmitir la atmósfera opresiva y la dureza de las condiciones. El uso del color es sutil pero impactante, con tonos terrosos que reflejan la tierra y la sangre. El sonido, crucial para el impacto, está perfectamente logrado, con la radio transmitiendo órdenes y mensajes desesperados, y el crujir de las botas en la selva creando una atmósfera de tensión constante.
Sin embargo, el verdadero corazón de la película reside en la actuación de Rodrigo de la Serna como Che. De la Serna no se limita a emular la imagen icónica del guerrillero, sino que profundiza en la complejidad del personaje. Vemos la frustración, la duda, el desánimo, pero también la inquebrantable convicción que lo impulsaba. Su mirada es el lenguaje principal, transmitiendo la intensidad de un hombre comprometido hasta la médula. El resto del reparto, incluyendo a los actores bolivianos, ofrece interpretaciones sólidas y realistas, contribuyendo a la autenticidad de la narrativa.
El guion, aunque no libre de ciertas simplificaciones, es inteligente y cautivador. Se adentra en la estrategia militar, en las relaciones internas del grupo rebelde, y en la brutalidad de la guerra de guerrillas. No se excusa a Che, mostrando sus errores y sus limitaciones, pero tampoco lo demoniza. La película presenta una visión ambivalente del personaje, reconociendo tanto sus virtudes como sus defectos. Es una exploración del idealismo y la realidad, de la utopía y la desesperación. En su enfoque, "Che: Guerrilla (Parte 2)" se aparta del romanticismo y ofrece una perspectiva honesta y, por lo tanto, más enriquecedora sobre una figura histórica controvertida. La película, sin duda, invita a la reflexión y a un debate sobre el legado de un hombre que sigue siendo objeto de admiración y controversia.
Nota: 8/10