Cheetah (1989)

“Cheetah” es un intento interesante, aunque no totalmente logrado, de abordar temas como la conexión con la naturaleza, la explotación animal y la justicia social, envuelto en un relato de aventura juvenil. La película, dirigida por Mark Karlin, presenta una premisa atractiva: dos jóvenes estadounidenses, acostumbrados a una vida urbana segura y protegida, se ven obligados a confrontar la dura realidad de la vida salvaje en Kenia, al adoptar un guepardo llamado Blitz. El escenario, la sabana africana, es visualmente impresionante y la fotografía contribuye a crear una atmósfera vibrante y real, transmitiendo la inmensidad y la belleza del paisaje.

El guion, sin embargo, es donde la película tiene sus mayores fallos. A pesar de tener una buena base, la trama se siente a veces forzada y predecible. Los diálogos, en general, son simplificados y carentes de profundidad, lo que resta credibilidad a las motivaciones de los personajes. La relación entre los niños y Blitz, aunque intenta ser conmovedora, no siempre logra transmitir la complejidad de un vínculo que se forja a través del respeto y la confianza mutuos. Se intuye el deseo de la película de ser un mensaje de conservación y responsabilidad ambiental, pero se diluye en un melodrama convencional que, en ocasiones, parece más preocupado por el espectáculo que por la sustancia.

Las actuaciones son correctas, aunque no espectaculares. El actor que interpreta a Owen, el hermano mayor, ofrece una interpretación convincente de un chico que lucha por comprender su propia identidad y su lugar en el mundo. La actriz que interpreta a Charlotte, la hermana, transmite una actitud más decidida y aventurera, aunque carece de la sutileza necesaria para profundizar en sus emociones. Sin embargo, destaca la interpretación del joven Kenian, Elias, el pastor de cabras, que aporta autenticidad y un elemento inesperado a la historia. Su personaje, aunque relativamente secundario, funciona como un catalizador clave, un punto de vista que permite al espectador comprender mejor la importancia de la libertad y el respeto por la vida silvestre.

La película, si bien tiene sus fallos, es una experiencia visualmente agradable y, en cierto modo, inspiradora. La película no se asocia con el sentimentalismo barato; en su lugar, explora la fragilidad de la vida salvaje y la necesidad de protegerla. El trabajo en equipo entre los jóvenes, incluyendo a Elias, revela una valiosa lección sobre la importancia de la cooperación para superar obstáculos. El ritmo, por otro lado, es irregular, con momentos de acción trepidantes intercalados con escenas contemplativas que, aunque necesarias, a veces se sienten demasiado largas. En definitiva, “Cheetah” es un esfuerzo admirable que, si bien no alcanza la excelencia, deja un mensaje positivo sobre la conexión con la naturaleza y la importancia de defender a los animales más vulnerables. La película puede ser un inicio de conversación interesante y motivar al espectador a involucrarse en temas de conservación.

Nota: 6/10