“Chicken Run: Evasión en la granja” no es solo una película animada, es un himno a la rebeldía y a la esperanza, un escape visual y emocional que, a pesar de sus años, sigue sorprendiendo. Este largometraje de Aardman Animations, creadores de la saga Wallace & Gromit, logra una combinación magistral de humor slapstick, aventura y un toque de drama, todo ello envuelto en una estética visualmente impecable que evoca de inmediato la nostalgia de los clásicos de animación británica. La película construye, con gran maestría, un universo propio, una granja de pollos que se convierte en una prisión de ganso, y la idea de la vida reducida a la mera producción de huevos es, francamente, escalofriante, lo que da aún más peso a la lucha por la libertad.
La dirección de Corin Hardy es soberbia. Aardman logran crear un mundo rico en detalles, desde la arquitectura de la granja, brutalmente funcional y llena de trampas, hasta los pequeños gestos de los personajes. La animación es, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película. Cada plumaje, cada expresión facial, es cuidadosamente elaborado, dando vida a los personajes de una manera que rara vez se ve en la animación contemporánea. La acción se maneja con un dinamismo sorprendente, creando secuencias de persecución y escape que son tanto divertidas como emocionantes. La banda sonora, compuesta por George Crumble y John Powell, complementa a la perfección la acción con melodías memorables y llenas de tensión.
Sin embargo, el verdadero corazón de “Chicken Run” reside en sus personajes. Rocky, el gallo intrépido y, a veces, arrogante, interpretado por Zach Galifianakis, es un protagonista complejo que equilibra el humor y la valentía. Ginger, la gallina que, a pesar de su actitud desafiante, esconde un profundo deseo de ser libre, está brillantemente interpretada por Millie Perkins. La química entre ambos es palpable, y su relación, a pesar de las complicaciones, es genuina y conmovedora. Incluso los personajes secundarios, como Bunce, el villano de gran carisma, o Mosca, el personaje cómico que aporta alivio en momentos críticos, están bien desarrollados y contribuyen a la riqueza del relato. El guion, por su parte, explora temas como la opresión, la discriminación y la importancia de la comunidad, pero lo hace de una manera accesible y entretenida, sin caer en sermones o moralismos. La trama, aunque sencilla en su premisa, se complica con giros inesperados y momentos de verdadera tensión.
No se puede negar que, en comparación con algunas de las películas de animación más recientes, "Chicken Run" puede parecer un tanto modesta en su escala. Pero precisamente esa sencillez es su virtud. Es una película que se disfruta a nivel visceral, que te atrapa desde el primer momento y te hace reír y suspirar a partes iguales. Es una historia sobre la libertad, la valentía y la fuerza del espíritu, un clásico animado que merece ser visto y revisto. Es una joya escondida de la animación británica que, a pesar de sus años, sigue siendo tan fresca y vibrante como el día en que fue estrenada.
Nota: 8.5/10