Cinco esquinas (1987)

“Cinco esquinas” no es una película que se olvida fácilmente. Es una obra que se instala en la memoria con la persistencia de una cicatriz, un recordatorio inquietante de las estructuras de poder que, a menudo, perpetúan el dolor y la vulnerabilidad. Dirigida con sensibilidad y precisión por Preston Sturges, la película se sumerge en la atmósfera opresiva de un barrio de clase media-baja en el sur de California en los años 50, en un momento de profundos cambios sociales que se sienten en el alma de sus habitantes.

La película se centra en la vida de una mujer, la señora Turner, interpretada magistralmente por Pauline Kael. Kael ofrece una actuación sutil pero poderosa, capturando la desesperación silenciosa y la tenacidad de una mujer atrapada en una situación intolerable. Su interpretación evita el melodrama, concentrándose en la honestidad emocional, en la mirada cansada pero decidida que revela la determinación de sobrevivir a pesar de todo. Sturges evita recurrir a la exageración, permitiendo que las emociones emerjan naturalmente a través de pequeños gestos y la dicción impecable de la actriz.

Más allá de la interpretación de Kael, “Cinco esquinas” destaca por su guion, escrito por Preston Sturges y Julian Stoler. El diálogo es brillante y mordaz, lleno de observaciones agudas sobre la hipocresía social y las complejidades de las relaciones humanas. La película no ofrece soluciones fáciles ni juzga a sus personajes. Presenta una visión realista de la vida cotidiana, donde la injusticia, la desigualdad y la violencia son problemas endémicos. La película es un retrato de una sociedad que ignora o minimiza el sufrimiento de aquellos que no son considerados "normales". El guion utiliza el humor negro con cuidado, subrayando la tragedia subyacente de la situación.

La dirección de Sturges es precisa y deliberada. La película se construye con una meticulosidad asombrosa, prestando atención a cada detalle, desde la ambientación hasta la iluminación. Los planos son cuidadosamente construidos para crear una sensación de claustrofobia y opresión. La película no se basa en la acción, sino en la tensión psicológica. El ritmo es pausado, permitiendo que la angustia de los personajes se filtre lentamente en el espectador. Sturges utiliza el espacio para simbolizar las limitaciones impuestas a la señora Turner, creando un microcosmos de la represión social.

Sin embargo, no está exenta de algunas imperfecciones. El final, aunque provocador, podría considerarse algo abrupto. Aunque intenta generar una reflexión profunda sobre el ciclo de violencia y el estigma social, podría haber sido explorado con mayor profundidad. A pesar de esto, “Cinco esquinas” es una película esencial, un clásico del cine negro que continúa siendo relevante en la actualidad, y que invita a la reflexión sobre temas como el abuso, la victimización y la búsqueda de justicia.

Nota: 8.5/10