Cincuenta sombras liberadas (2018)

“Cincuenta sombras liberadas” (2015) no es, ni de lejos, la película que muchos esperaban. Tras el éxito, por supuesto, del primer largometraje, la segunda entrega en la saga de Anastasia Steele y Christian Grey se presenta como un intento fallido de explorar la complejidad de una relación que ya había sido idealizada hasta el extremo. La promesa de una historia más profunda y honesta se diluye rápidamente en un melodrama excesivo y, en mi opinión, desprovisto de la tensión seductora que hizo tan popular a la primera entrega.

La dirección de Michael Winterbottom se centra casi exclusivamente en la sensualidad explícita, dejando a un lado cualquier indagación real en la psicología de los personajes. La película se aferra a la presentación visual de las escenas íntimas, priorizando la acción sobre la construcción de personajes convincentes. No obstante, la fotografía, en general, es atractiva y efectiva para crear un ambiente de lujo y sofisticación, aunque a menudo se siente artificiosa, un escaparate de opulencia que más que revelar, oculta.

Las actuaciones son desiguales. Dakota Johnson, en el papel de Anastasia Steele, se esfuerza por transmitir la vulnerabilidad y el desasosiego de la joven, pero se ve limitada por un guion que le otorga pocas oportunidades para mostrar una verdadera evolución. Jamie Dornan, como Christian Grey, repite la interpretación en la que se convirtió hace unos años: un hombre frío, distante y manipulador, pero carente de la ambigüedad moral que lo hacía tan fascinante en la primera película. Su actuación se limita a un conjunto de miradas intensas y movimientos corporales controlados, con escasa profundidad emocional. La química entre los dos actores, por mucho que se intente, no logra generar la tensión críptica que se esperaba.

El guion es, sin duda, el punto más débil de la película. Se rehúsa a entrar en las motivaciones de Christian Grey, ofreciendo explicaciones superficiales sobre su pasado que suenan poco creíbles y, en última instancia, poco interesantes. La trama se vuelve repetitiva y predecible, centrada en amenazas externas que interrumpen la rutina de Anastasia y Christian. Los nuevos personajes introducidos, como los socios de Grey, se sienten como simples elementos de relleno, con diálogos forzados y motivaciones poco desarrolladas. La película busca compensar la falta de sustancia en la historia con clichés del género, incluyendo una misteriosa "organizacion" en el mundo de los negocios que, en realidad, no aporta nada relevante.

En resumen, "Cincuenta sombras liberadas" es un entretenimiento ligero, pero decepcionante para aquellos que esperaban una exploración más profunda de las dinámicas de poder y la psicología de los personajes. Es una película que se aferra a la fórmula del primer largometraje sin aportar nada nuevo o significativo. El resultado es una historia superficial, llena de clichés y con actuaciones desiguales. No es mala para pasar el tiempo, pero no merece el gran alboroto que generó su predecesora.

Nota: 5/10