Cincuenta sombras más oscuras (2017)

“Cincuenta sombras más oscuras” no es simplemente una secuela; es una reafirmación de la necesidad de que el público se involucre en el universo de la serie. La película, a pesar de las críticas iniciales y el debate perpetuo sobre si es "buena" o "mala", se erige como un estudio fascinante, y a veces inquietante, de las relaciones de poder, el consentimiento y la manipulación emocional. La dirección de James Gray, en este caso, es discreta pero efectiva. Evita los excesos visuales que podían haber contribuido a una estética vulgar y opta por una atmósfera densa, casi claustrofóbica, que refleja la dinámica interna de la relación entre Christian y Anastasia. El uso de la luz y la sombra es particularmente notable, intensificando la tensión y el misterio que se cierne sobre cada escena.

Las actuaciones son, en su mayoría, sólidas. Taylor Swift, en su debut en el cine, ofrece una interpretación sorprendentemente madura y sutil de Anastasia Steele. A diferencia de la imagen popularizada por el libro, Swift evita el cliché de la “chica ingenua” y, en cambio, construye un personaje complejo, vulnerable y con una voluntad propia que, aunque a veces errática, le permite defender sus límites. Dakota Johnson, por su parte, interpreta a Christian Grey con una cautela que le otorga una mayor credibilidad. Evita caer en la caricatura del empresario dominante y explora las raíces del comportamiento de su personaje, sugiriendo una historia de dolor y trauma que lo impulsa a construir relaciones basadas en el control. La química entre Johnson y Swift es, en general, convincente, aunque a veces la falta de improvisación se nota en los diálogos.

Sin embargo, es en el guion donde la película más consistentemente decepciona. Si bien la trama principal tiene un ritmo adecuado, la película se basa en exceso en la recreación de escenas del libro original, lo que limita la originalidad y la exploración de nuevos conflictos. La amenaza de las antiguas amantes de Christian, aunque sirve para aumentar la tensión, se siente a menudo como un recurso barato, más centrado en el *shock* que en el desarrollo narrativo. La película podría haberse beneficiado de una mayor profundidad en el análisis psicológico de los personajes, profundizando en los motivos de las antiguas parejas y en las motivaciones internas de Christian, dejando atrás la insistencia en detalles visuales que, aunque estilizados, aportan poco al desarrollo de la historia. El guion, por tanto, no alcanza la ambición que la dirección promete, quedando a medio camino entre la adaptación y la mera repetición de elementos conocidos.

En definitiva, “Cincuenta sombras más oscuras” es un espectáculo cinematográfico que, aunque no es una obra maestra, ofrece una experiencia entretenida y perturbadora. La dirección es sólida, las actuaciones son convincentes, y la película plantea preguntas interesantes sobre las dinámicas de poder en las relaciones. No obstante, la dependencia excesiva del material original y la falta de innovación en el guion la condenan a ser una adaptación más que una originalidad. Es una película que merece la pena ver por su atmósfera y sus personajes, pero con la expectativa apropiada.

Nota: 6/10