Cinderella's Curse (2024)

“Cinderella’s Curse” no es la típica reinterpretación de un cuento de hadas. A pesar de mantener la esencia de la historia, la película se adentra en un territorio oscuro y melancólico, alejándose considerablemente de los espectáculos brillantes y optimistas que normalmente asociamos con la historia de Cenicienta. Esta decisión, aunque arriesgada, resulta ser tanto su mayor fortaleza como su principal debilidad. La dirección de Thomas Miller es notable por su atmósfera sombría y su meticuloso diseño de producción. La paleta de colores es fría, dominada por tonos grises y azules, creando una sensación constante de desasosiego y desesperación que refleja el estado emocional de la protagonista. El uso de la iluminación es magistral, con sombras largas y contrastantes que enfatizan la vulnerabilidad de Cenicienta y la maldad de sus villanas. Miller consigue transmitir una profunda sensación de aislamiento y la opresión del entorno, elementos vitales para la narrativa.

El corazón de la película reside en la interpretación de Freya Allan como Cenicienta. Allan no se limita a imitar la elegancia tradicional de la princesa. En lugar de eso, ofrece una interpretación de auténtica fragilidad y rabia contenida. Su mirada transmite una mezcla de tristeza, desesperación y una determinación silenciosa, que es mucho más poderosa que cualquier tiara o vestido deslumbrante. La relación entre Cenicienta y su malvada madrastra, interpretada con gran contundencia por Ruth Wilson, es el motor principal de la trama. Wilson no se conforma con ser simplemente malvada; su personaje es complejo, con una profunda añoranza de poder y un resentimiento profundo hacia el pasado. La química entre Allan y Wilson es palpable, generando un conflicto interno en la protagonista que es tanto personal como social. El guion, escrito por James Moore y Jessica Lee, explora temas de justicia, venganza y la importancia de la identidad. La trama se beneficia de un ritmo pausado, permitiendo que la tensión se acumule gradualmente y que el espectador se sumerga en la desesperación de Cenicienta. Sin embargo, en algunos momentos la lentitud se vuelve un poco excesiva, perdiendo cierto impulso narrativo.

La película no rehuye su giro argumental, y es aquí donde la decisión de explorar la venganza como deseo principal de Cenicienta se vuelve crucial. Este cambio radica en el libro antiguo, la puerta de entrada a un poder que le permite desatar la ira acumulada a lo largo de los años de abusos. El resultado es un final agridulce, ya que la justicia vendida a un precio muy alto. Si bien la resolución es satisfactoria, no ofrece un final de cuento de hadas tradicional. La película, sin embargo, compensa esta falta de convencionalismos con una sólida actuación y una atmósfera inmersiva. En última instancia, “Cinderella’s Curse” es una reflexión sobre las consecuencias de la opresión y el precio que debemos pagar para liberarnos de ella, incluso si eso significa abrazar la oscuridad. No es una película fácil de ver, pero es, sin duda, una experiencia cinematográfica memorable.

Nota: 7/10