Circus. El círculo del crimen (2000)

“Circus. El círculo del crimen” es una película que, a pesar de su ambición, termina siendo un espectáculo un tanto decepcionante. Dirigida por la veterana duo Robert Green y Peter Murphy, la película se presenta como una comedia negra con toques de thriller y, en ocasiones, incluso de melodrama. Si bien el concepto inicial, una pareja de criminales buscando una última escapada a Cuba, tiene potencial, la ejecución no alcanza a la altura de las expectativas.

La dirección de Green y Murphy es, en general, sólida, con una cuidada puesta en escena que evoca el ambiente decadente y nostálgico de Brighton. El uso de la iluminación y la fotografía, a menudo con un tono sepia que recuerda a los thrillers de los años 40, contribuyen a crear una atmósfera particular. Sin embargo, a veces se siente un poco forzada, como si los directores estuvieran intentando imitar estilos visuales anteriores en lugar de desarrollar su propio sello distintivo. La banda sonora, igualmente, es efectiva, pero a veces se siente melodramática y excesivamente prominente, acapará la atención donde debería estar en los personajes.

Las actuaciones son variadas. Leo Garfield, interpretado por el siempre carismático Stephen Fry, ofrece una notable presencia escénica y un equilibrio entre la inteligencia y la torpeza de un criminal experimentado. Su Lily, interpretada por una Amanda Drew sólida, aporta el contrapunto necesario a su personaje, representando una mujer inteligente y pragmática que intenta sobrevivir en el mundo turbio de su esposo. Sin embargo, algunos de los actores secundarios, como el excéntrico contable Julius, suenan un poco caricaturescos y carecen de profundidad. La figura de Bruno, interpretado por la imponente Charlotte Rampling, sí que logra destacar con su mirada penetrante y su actitud amenazante.

El guion, en el que se detecta la mano de David Temple, es quizás el punto débil de la película. Se percibe una excesiva dependencia de clichés del género, con diálogos a veces torpes y situaciones predecibles. La trama, aunque se desarrolla a un ritmo pausado, carece de una fuerza narrativa que mantenga la atención del espectador. El giro final, en particular, resulta poco satisfactorio y, en última instancia, diluye el impacto emocional de la historia. Se intenta construir una crítica social sobre la monotonía de la vida criminal, pero no llega a ser lo suficientemente perspicaz o provocadora. Se intenta jugar con las expectativas del espectador, pero el resultado es confuso en lugar de intrigante.

En definitiva, "Circus. El círculo del crimen" es una película que ofrece algunos momentos interesantes pero que, en general, termina siendo un ejercicio de estilo más que de narrativa. La ambientación, las actuaciones de algunos actores y la presencia carismática de Stephen Fry son elementos positivos, pero el guion y la falta de originalidad son factores que impiden que la película alcance su máximo potencial. Nota: 6/10