Citoyen d'honneur (2022)

“Citoyen d’honneur” es una película que se entrega con la solemnidad de un acto formal, un reconocimiento a la memoria y, quizás, a las heridas no cerradas. La obra de Michel Gondry, quien la dirige, se presenta como un viaje introspectivo al corazón de Samir Amin, un autor consagrado y, paradójicamente, distanciado de su origen: la pequeña ciudad algeriana de Sidi Mimoun. La película no busca la grandilocuencia de un drama épico; se limita, con sutileza, a explorar la complejidad de la relación entre un escritor famoso y el lugar que moldeó su escritura, sus recuerdos y, aparentemente, su alma.

La dirección de Gondry es minimalista y evocadora. La película se construye a través de pequeños detalles, de miradas y gestos que transmiten más de lo que se dice. La fotografía, en tonos apagados y con un uso inteligente de la luz y la sombra, refuerza esta atmósfera de quietud y reflexión. No hay diálogos excesivos ni explicaciones mordaces; la película deja que el espectador interprete y deduzca, lo que la convierte en una experiencia más personal e íntima. Gondry evita caer en la melodramática nostalgia, optando por una presentación discreta y respetuosa de la historia.

La actuación de Samir, interpretada por un Pierre Rembert Duval cautivador, es el núcleo de la película. Su Samir es un hombre de gran inteligencia y sensibilidad, pero también marcado por un cierto desencanto y una sensación de pérdida. Rembert Duval transmite esa melancolía con una naturalidad sorprendente, dejando ver la complejidad emocional de su personaje. El resto del reparto, compuesto principalmente por habitantes de Sidi Mimoun, son secundarios que aportan autenticidad y una sensación de realismo a la trama. Su mirada, a menudo llena de curiosidad y afecto hacia el escritor, define la dinámica del encuentro.

El guion, aunque sencillo en su premisa, es lo que más sobresale de la película. La historia se centra en el proceso de Samir para decidir si acepta ser "Citoyen d'honneur" y en la reencuentro con su pasado. El guion es inteligente porque no se pregunta por el "por qué" de las decisiones de Samir, sino que se concentra en las consecuencias de ese encuentro, en el impacto que el regreso a su ciudad tiene en él. La película no ofrece respuestas fáciles, sino que plantea preguntas sobre la identidad, la memoria, la responsabilidad y la relación entre el individuo y su lugar de origen. La construcción gradual de la relación entre Samir y los habitantes de Sidi Mimoun es especialmente efectiva, revelando capas de historia y secretos que enriquecen el relato. Aunque el ritmo pueda resultar pausado para algunos, es precisamente esta lentitud la que permite al espectador sumergirse en la atmósfera y en las reflexiones del personaje principal.

En definitiva, “Citoyen d’honneur” es una película contemplativa y sutil, que recompensa al espectador por su paciencia y su voluntad de dejarse llevar por sus reflexiones. Es una obra que permanece en la mente mucho después de que los créditos finales han finalizado.

Nota: 7/10