Ciudad fantasma (1988)

“Ciudad Fantasma” (Ghost Town) es una película que, en su intento de ser un homenaje audaz a los westerns clásicos y una incursión en lo surrealista, termina siendo un ejercicio de ambición incompleta. La premisa, la llegada de un agente del servicio de rangers del siglo XXI a un pueblo del lejano oeste habitado únicamente por hombres sedientos de sangre, es inherentemente atractiva y ofrece un potencial narrativo considerable. Sin embargo, la ejecución, aunque visualmente cautivadora en ciertos momentos, se ve afectada por un guion que, a pesar de sus flashes de brillantez, se desbarata en el desarrollo.

La dirección de Caleb Wright se distingue por una estética impecable. Se captura la atmósfera de un western de los años 30 con una meticulosidad sorprendente. La fotografía, en particular, es sobresaliente; los paisajes desérticos, iluminados por un sol implacable, son vastos y amenazantes, y la paleta de colores, con predominio de ocres, rojos y grises, refuerza la sensación de un lugar condenado. Wright hace un buen trabajo creando una atmósfera de opresión y aislamiento, pero esa atmósfera, paradójicamente, termina siendo el principal problema de la película. El ritmo es lento, deliberadamente pausado, casi a punto de volverse pesado. Se toman muchos minutos construyendo la sensación de incomodidad, pero cuando finalmente se llega a algún elemento de conflicto o revelación, la tensión no se mantiene.

Las actuaciones son sólidas. James O’Connell, quien interpreta al ranger moderno, logra transmitir el desconcierto y la creciente desesperación de su personaje. Sus gestos sutiles, su mirada escéptica y su actitud de observador externo reflejan la incredulidad y el temor de un hombre atrapado en un pesadilla. Sin embargo, los demás actores que interpretan a los habitantes de la Ciudad Fantasma, son, en su mayoría, caricaturescos, desprovistos de la profundidad psicológica que justificaría su monstruosidad. Se les ve como meros antagonistas, sin una motivación clara ni una exploración de sus profundidades, lo que, en última instancia, les resta amenaza y peso. La ausencia de un buen desarrollo de los personajes secundarios es un error crucial.

El guion, como he mencionado, es el punto más débil de la película. Si bien la idea original es sólida, la falta de un hilo argumental convincente, y la lógica interna a veces, simplemente, inexistente, provocan que la película pierda el rumbo. Se ofrecen sugerencias sobre el origen del pueblo, la naturaleza de los habitantes y la razón por la que el ranger está allí, pero estas ideas se presentan de forma fragmentada y sin una explicación satisfactoria. La ambigüedad, en este caso, no es un recurso estilístico, sino una evidencia de una falta de planificación. Las escenas de acción, escasas, son torpemente coreografiadas y carecen del impacto esperado. En general, la película pretende desafiar las convenciones del género western y explorar temas como la naturaleza humana y la locura, pero termina siendo una experiencia superficial y decepcionante.

Nota:** 6/10