Ciudad muy caliente (1984)

‘Ciudad muy caliente’ (Heat) no es solo una película de acción, es un estudio profundo sobre la ambición, la corrupción y las consecuencias de las decisiones que tomamos, incluso cuando creemos que estamos tomando el control de nuestro destino. Las directivas de Michael Mann, con su habitual maestría visual y sonora, crean una atmósfera de tensión constante que te envuelve desde los primeros minutos, una atmósfera que se basa tanto en la planificación meticulosa de los movimientos de cámara como en la construcción de un diálogo, casi hipnótico, que revela las intenciones de cada personaje.

El guion, adaptado de un artículo de The New York Times sobre un atraco real, es sorprendentemente inteligente. Mann se abstiene de caer en la melodramática exageración propia de muchos thrillers. El ritmo, deliberadamente pausado en algunas escenas, permite que la paranoia y la desesperación de los personajes se hagan palpables. La trama, centrada en un ambicioso plan de robo a una joyería de alta seguridad, no se basa únicamente en la acción explosiva, sino que explora las motivaciones detrás de las acciones de los criminales, destacando la compleja relación entre Rick Deckard (Al Pacino) y su equipo. La historia no se centra en el acto del robo en sí, sino en el periodo previo y posterior al mismo, donde se muestra la psicología de los personajes, sus fantasías y sus fracasos.

Las actuaciones son, sencillamente, magistrales. Al Pacino, en el papel de Rick Deckard, ofrece una interpretación contenida pero devastadora. Su Deckard es un hombre consumido por el deseo de escapar de su pasado y de alcanzar una vida mejor, un deseo que lo lleva a comprometer su moralidad. Ewan McGregor, como el joven y ambicioso Travis, transmite la inexperiencia y el fervor juvenil que lo impulsan a participar en el plan. Val Kilmer, por su parte, aporta una dosis de locura y vulnerabilidad a su personaje, Neil, el experto en tecnología del equipo. La química entre los tres actores es fundamental para el éxito de la película, y sus interacciones son llenas de matices y tensión.

La cinematografía de Michael Mann, con sus encuadres precisos y su uso innovador del sonido (la banda sonora de Elliot Goldenthal es icónica y complementa a la perfección la tensión de la película), es un elemento esencial de ‘Ciudad muy caliente’. La película está llena de detalles visuales que enriquecen la historia, desde la iluminación contrastada que domina las escenas nocturnas hasta el uso del color y la textura para evocar la atmósfera de la ciudad. La película es un estudio de la ciudad, un reflejo de su brillo y su corrupción, su glamour y su oscuridad. Es una obra que, incluso décadas después de su estreno, sigue siendo relevante por su retrato del crimen, la ambición y las decisiones que nos definen.

Nota: 9/10