Ciudad sin ley (2005)

“Ciudad sin ley” (1950) es mucho más que una simple película de matanza y violencia, aunque estas últimas, con la implacable precisión del neorrealismo italiano, son indudablemente parte de su atractivo. La película, dirigida por John Huston, se erige como una radiante y cruda exposición de la corrupción sistémica, una denuncia feroz y casi agresiva que sigue resonando con inquietante actualidad. Lo que inicialmente podría parecer una simple aventura de detective, se transforma rápidamente en una disección moral desgarradora que cuestiona los límites de la justicia y la responsabilidad individual.

La dirección de Huston es magistral en su capacidad de crear una atmósfera opresiva y claustrofóbica. Edison, la ciudad ficticia de Arizona, se convierte en un personaje más, con calles polvorientas y un sol abrasador que parecen castigar tanto a sus habitantes como a sus miseria. El uso de la luz y la sombra, particularmente en las escenas nocturnas, es excepcional. No se trata solo de mostrar violencia, sino de crear un ambiente de paranoia, donde la oscuridad acecha en cada esquina y la confianza es un lujo inalcanzable. Huston consigue que el espectador se sienta incómodo, incluso antes de que la acción comience, anticipando la inevitable desintegración de los personajes.

El guion, adaptado de la novela de James M. Cain, está salpicado de diálogos agudos y concisos, que establecen un ritmo implacable. La trama, aunque relativamente sencilla, se construye sobre la tensión psicológica, enfocándose en las consecuencias morales de sus acciones. La película no glorifica a los protagonistas; lejos de ello, se muestra a un periodista novato, en este caso Rick Dalton, enfrentándose a dilemas éticos que lo llevan a comprometer su integridad, y a un editor, Lee Chandler, desgastado y amargado, que se resigna a la inevitabilidad del crimen. El actor Walter Neill, en el papel de Chandler, ofrece una actuación magnífica: su mirada cansada y sus silencios son más que suficientes para transmitir el peso de la desesperación. El contraste con la exuberancia de Van Heflin como Dalton, un hombre ambicioso con una moral ambigua, añade una capa de complejidad al conflicto principal. La película explora, con notable perspicacia, cómo el deseo de poder y el miedo al fracaso pueden corromper hasta al alma más honesta.

El elenco, además de las actuaciones ya mencionadas, cuenta con un reparto de apoyo impecable. La actuación de Dennis O'Keefe como el joven periodista, aunque a veces puede parecer un poco ingenuo, contribuye a la sensación de inocencia perdida. Sin embargo, el peso de la película reside en la confrontación entre Chandler y Neill, la relación ambivalente que se construye a medida que la investigación avanza. Es en ese contraste entre la moralidad casi ciega de Chandler y la astucia calculada de Neill donde reside el corazón de la película. "Ciudad sin ley" no busca héroes ni villanos definidos, sino que presenta una visión sombría de la naturaleza humana y la fragilidad de la justicia.

Nota: 8/10