Ciudadano Kane (1941)

“Ciudadano Kane” (Citizen Kane, 1941) no es solo una película; es un hito. Un experimento narrativo, un manifiesto cinematográfico y, para muchos, la mejor película jamás realizada. Si bien la trama superficial –la búsqueda del significado de la palabra “Rosebud” tras la muerte de un magnate – parece sencilla, la película, bajo la dirección magistral de Orson Welles, se revela como una exploración compleja y desoladora de la ambición, el poder, la infancia perdida y el vacío del éxito material. La historia nos presenta a Charles Foster Kane, un hombre de inmenso poder económico y político, cuya vida, vista retrospectivamente por un joven periodista, se desvela como un relato de sueños rotos y de una búsqueda implacable de validación que lo llevó a un aislamiento definitivo.

La dirección de Welles es, sin duda, la piedra angular de la película. Welles no se limita a dirigir; él *es* la película. Su audaz experimentación con la narrativa, la profundidad de campo, el uso innovador del primer plano y los ángulos de cámara poco convencionales revolucionaron el lenguaje cinematográfico. La película utiliza flashbacks y narraciones múltiples, no para confundir al espectador, sino para construir una imagen fragmentada y subjetiva de Kane, lo que refleja la naturaleza esquiva y a menudo contradictoria de su personalidad. La famosa escena de la “niña” en la cama, grabada con una técnica de cámara inventada por Welles, es un ejemplo perfecto de esta audacia y de su control absoluto sobre cada fotograma.

Las actuaciones son, en su totalidad, excepcionales. Orson Welles, en su debut como director y protagonista, ofrece una interpretación monumental de Charles Foster Kane. Su personaje es un hombre contradictorio, a la vez carismático y despiadado, un visionario y un hombre manipulador. La interpretación de Welles transmite una profunda sensación de melancolía y arrepentimiento, incluso en los momentos más triunfantes de la película. No obstante, el resto del reparto también es de primer nivel; Joseph Cotten como Jedediah Cutter, Kane’s former lover, y Dorothy Comingore como Susan Alexander, la joven que representa la inocencia y la esperanza perdida. Son personajes secundarios que, sin embargo, se erigen con dignidad y profundidad.

El guion, co-escrito por Welles y Herman J. Mankiewicz, es una obra maestra de la concisión y la sutura. Se centra en la construcción del personaje, desvelando gradualmente su pasado a través de los recuerdos de aquellos que lo conocieron. La película nunca explica explícitamente las motivaciones de Kane; en cambio, presenta una serie de fragmentos que, en conjunto, sugieren la verdad subyacente. La ambigüedad del guion es fundamental para el éxito de la película, permitiendo al espectador sacar sus propias conclusiones sobre la vida y la muerte de Charles Foster Kane. El uso del lenguaje visual para contar la historia es extraordinario, priorizando la sugestión por encima de la explicación directa. La película no busca juzgar a Kane, sino mostrar la consecuencia de sus actos.

En definitiva, “Ciudadano Kane” es una película que sigue resonando con fuerza más de ocho décadas después de su estreno. Es un desafío intelectual, un tour de force cinematográfico y una reflexión conmovedora sobre la condición humana. Es una obra que merece ser vista y revisitada, cada vez que se pretende desentrañar los misterios de la historia y de la propia alma humana.

Nota: 9.5/10