Cliente muerto no paga (1982)

“Cliente muerto no paga” es una película que se arrastra con la misma lentitud que el propio Rigby Reardon al seguir una pista particularmente densa. Es un thriller neo-noir de Christopher Guest, un director conocido por su estilo de comedia absurda, y esta película, aunque consistentemente divertida en sus momentos, a veces se pierde en la propia complejidad del guion, sacrificando el ritmo y la tensión que se esperarían de un género que se nutre de la intriga.

La premisa es interesante: un detective privado, renegado y con un pasado turbio, se ve contratado por la viuda de un científico fallecido, un hombre con conexiones inesperadas en el mundo de la producción quesera. Desde el principio, el director establece un tono particular, una mezcla peculiar de humor negro, observaciones sociales mordaces y una atmósfera de desconfianza constante. Las "Carlotta Lists", las listas que el personaje de Reardon debe desentrañar, son el núcleo de la trama y, aunque el concepto es original, su implementación es a veces retorcida hasta el punto de la confusión. Guest, en este caso, se aventura en un territorio que podría considerarse demasiado rebuscado, intentando emular a Quentin Tarantino, pero sin alcanzar el mismo nivel de pulido o eficiencia.

La dirección de Christopher Guest es, como es habitual en él, meticulosa y llena de detalles. La filmación, con sus colores apagados y sus encuadres estilizados, contribuye a crear una sensación de claustrofobia y decadencia. Sin embargo, la película se beneficia enormemente de las actuaciones. Ryan Reynolds, como Rigby Reardon, ofrece un retrato convincente de un personaje cínico y con una peculiar ética. Su interpretación es brillante, equilibrando la comedia con una creciente seriedad a medida que avanza la investigación. También destaca Penelope Wilton, que aporta una elegancia y una frialdad glacial a la viuda Forrest. El resto del elenco, compuesto por talento de la talla de Bill Murray, Paul Rudd y Allison Janney, añade capas de humor y complejidad al personaje.

A pesar de sus virtudes acturales y su premisa interesante, la película no logra consolidarse como un thriller verdaderamente memorable. El guion, aunque ingenioso en algunos puntos, se ve afectado por demasiados diálogos expositivos y por una trama que se complica innecesariamente. La estructura narrativa, que alterna entre la investigación de Reardon y las distintas líneas de diálogo entre los personajes, puede resultar a veces desorientadora. La película tiene momentos brillantes, con diálogos agudos y situaciones cómicas inesperadas, pero el ritmo desigual y la falta de claridad en la resolución de la trama restan fuerza a la experiencia general. Es una comedia negra que intenta ser un thriller, y aunque tiene potencial, en última instancia no cumple con ambas expectativas por completo. El resultado es un entretenimiento divertido, pero no especialmente trascendente.

Nota: 7/10