Closer (2004)

Closer: Una disección del deseo y la vulnerabilidad Roman Polanski, en *Closer*, no nos ofrece un melodrama convencional, sino un análisis despiadado y profundamente perturbador de las relaciones humanas. La película, estrenada en 2004, se adentra en las profundidades de las pasiones, el sexo y el abandono, presentando dos parejas entrelazadas que culminan en una danza de traición, engaño y angustia existencial. Más que una historia de amor, es un estudio de personajes, una observación clínica sobre cómo el deseo puede ser tanto la fuerza que impulsa la vida como la que la destruye. La dirección de Polanski es magistral, siempre sutil pero con una presencia constante. Evita el sentimentalismo fácil, prefiriendo un enfoque en la incomodidad, la tensión y el silencio que a menudo preceden a las explosiones emocionales. La cámara se mueve con una precisión quirúrgica, capturando las microexpresiones que revelan la ansiedad y el engaño subyacentes. La iluminación, sombría y a menudo contrastada, refuerza el estado de ánimo de la película: una atmósfera opresiva donde la verdad siempre parece estar a un paso, pero siempre inalcanzable. Las actuaciones son, en su conjunto, excepcionales. Natalie Portman y Jude Law brillan en sus roles como Anna y Dan, una joven escritora y un médico que se involucran en una relación intensa y fugaz. Portman ofrece una interpretación particularmente convincente, logrando transmitir la fragilidad y la desesperación de su personaje con una economía de gestos y miradas. Law, por su parte, domina el papel de un hombre atormentado por su pasado y sus deseos. Pero la verdadera revelación es Liam Neeson, que interpreta a Martin, el marido de Anna. Su performance es, sin duda, la más compleja y perturbadora. Neeson no se limita a interpretar un villano; nos presenta un hombre roto, confundido y profundamente vulnerable. Su desesperación por reconectar, por entender a su esposa, le otorga una dimensión humana que hace que su personaje sea, paradójicamente, tremendamente simpático y trágico. El guion, adaptado de la obra teatral homónima de Patrick Marber, es el corazón de la película. Es inteligente, provocador y, a menudo, incómodo. Polanski no teme explorar temas tabú, como la infidelidad, la manipulación y la pérdida de la inocencia. Las conversaciones entre los personajes son afiladas y llenas de doble sentido, revelando los secretos y las inseguridades que se ocultan tras las máscaras de la cotidianidad. La trama se desarrolla de manera incesante, constantemente desviándose de las expectativas del espectador y llevándolo a cuestionar sus propias nociones de moralidad y justicia. Aunque a algunos puede parecer demasiado oscura y desoladora, *Closer* es una película que permanece en la mente mucho tiempo después de haberla visto. No ofrece soluciones fáciles ni finales felices; simplemente, expone la complejidad y la ambigüedad inherentes a las relaciones humanas, recordándonos que el amor, el deseo y el abandono a menudo se entrelazan de maneras inesperadas y dolorosas.

Nota: 8.5/10