Cocktail (1988)

‘Cocktail’ (1988) no es, sin duda, una obra maestra del cine, pero se erige como un ejemplo perfecto de comedia romántica con un toque de aventura, atrapante y, en su momento, tremendamente popular. La película de Joel Schumacher se mantiene fresca incluso después de cuatro décadas, no tanto por su complejidad narrativa, sino por la química entre Tom Cruise y Elisabeth Shue, y por la atmósfera alegre y tropical que evoca. El argumento, centrado en la ambición de Brian Flanagan, no es particularmente original, pero sirve de marco para explorar temas como la búsqueda de los sueños, la importancia del apoyo y el contraste entre la vida en Nueva York y la idílica Jamaica.

La dirección de Schumacher es pragmática y eficiente. Se centra en crear un ambiente vibrante, utilizando la belleza natural de la isla para contrastar con el ambiente urbano y a veces impersonal de Nueva York. Las escenas de fiestas y eventos sociales son dinámicas y bien coreografiadas, transmitiendo la energía y la vitalidad de la isla. Sin embargo, la dirección no se arriesga demasiado; Schumacher se apega a una fórmula probada, priorizando el entretenimiento a cualquier coste. La banda sonora, con canciones pegadizas de artistas como Robbie Williams y Katrina & The Waves, es fundamental para el tono optimista de la película y contribuye significativamente a su atractivo.

Las actuaciones son sólidas, especialmente la de Tom Cruise, quien interpreta a Brian Flanagan con una encanto juvenil y un carisma natural. Cruise logra transmitir la ambición del personaje, su torpeza social y, al mismo tiempo, su buen corazón. Elisabeth Shue brilla como Jordan Mooney, una joven inocente y encantadora que se convierte en el punto de inflexión en la vida de Brian. La química entre ambos actores es genuina, lo que permite al espectador conectar con su historia de amor. Brian Brown como Douglas Coughlin ofrece un apoyo fundamental, interpretando el rol del mentor con una dignidad y un humor sutiles. El resto del elenco secundario cumple su cometido, aportando alivio cómico y personajes memorables, aunque ninguno alcanza un gran desarrollo.

El guion, escrito por Paul Verhoeven y James Howe, es funcional, pero carece de profundidad. Los diálogos son a veces simplistas y los personajes, con algunas excepciones, son un tanto unidimensionales. Si bien la película aborda temas relevantes como la búsqueda de la felicidad y la superación de obstáculos, no se adentra en ellos con la complejidad que podría haber aportado. La trama principal, con sus giros y complicaciones, avanza a un ritmo ágil, pero carece de momentos realmente sorprendentes o memorables. El romance, aunque agradable, se resuelve de manera predecible. En definitiva, el guion es entretenido, pero no especialmente innovador. Es una película diseñada para el disfrute rápido, más que para dejar una huella duradera.

Nota: 6.5/10