Coco, el pequeño dragón. Aventuras en la Jungla (2018)

“Coco, el pequeño dragón. Aventuras en la Jungla” es una incursión animada que, si bien no alcanza la altura de clásicos como “El libro de la selva”, ofrece un entretenimiento visualmente atractivo y una aventura que, en última instancia, cumple su cometido: proporcionar una experiencia familiar agradable y, a su vez, un espacio para reflexionar sobre la importancia de la valentía y la amistad. La película, dirigiéndose a un público más joven, logra un equilibrio entre la acción y el humor, aunque se encuentra a veces un poco sobrecargada de elementos para mantener la atención del espectador.

La dirección de Carlos Saldana se distingue por un uso vibrante del color y una banda sonora memorable que se integra de manera perfecta con la ambientación tropical. La jungla se presenta como un lugar de belleza impresionante y, al mismo tiempo, peligroso y desconocido. Saldana logra transmitir la sensación de asombro y temor que experimentan los personajes principales, lo que contribuye a la inmersión del público en la historia. Sin embargo, la dirección no se atreve a profundizar en la complejidad de las emociones, optando por una narrativa más lineal y directa que, en ocasiones, le resta impacto a la trama. El uso de técnicas de animación 3D es impecable y el diseño de los dragones, especialmente los de agua, es particularmente innovador y sorprendente.

Las actuaciones de la voz del elenco es sólida, aunque no excepcionalmente memorable. Jack Mcmanus, como Coco, transmite una mezcla de torpeza juvenil y determinación, creando un protagonista simpático y con el que es fácil establecer una conexión. Daisy Reynold como Matilda, aporta un aire de rebeldía y valentía que contrasta con la inexperiencia de Coco. El papel de Oscar, interpretado por Samuel E. Wright, ofrece momentos cómicos y, a su vez, proporciona un contrapunto emocional a la historia. No obstante, el desarrollo de los personajes podría haber sido más profundo. Sus motivaciones, aunque claras, no se exploran en profundidad, limitando su potencial.

El guion, escrito por el equipo de “El libro de la selva”, se aferra a la estructura clásica de aventuras en la naturaleza: un viaje de descubrimiento, desafíos que superan a los protagonistas y una lección moral al final. La trama, aunque convencional, está bien construida y carece de giros inesperados que podrían haberle añadido un mayor nivel de sorpresa. El tema central de la amistad y la importancia de ser uno mismo, se presenta de manera didáctica, pero quizás un poco simplificada. El humor, en su mayoría, es accesible y apropiado para el público objetivo, aunque algunos gags resultan repetitivos. La película aborda, de manera sutil, el tema de la aceptación de la diferencia, un valor importante para fomentar en los niños, pero sin caer en sermones ni en un mensaje demasiado evidente.

Nota: 6.8/10