“CODA: Los sonidos del silencio” es, en su esencia, una película profundamente humana y emotiva que va más allá de su premisa inicial. La historia de Ruby, la joven con audición en una familia de sordos, nos recuerda la importancia de la conexión, la familia y la búsqueda de la propia voz. Siamo dirigida con sensibilidad y elegancia por Sian Heder, quien logra crear un universo palpable y real, incluso en las situaciones más extraordinarias. El director no se limita a mostrar la sordera como una barrera, sino que explora las implicaciones sociales, emocionales y existenciales que conlleva, presentándola como una forma de percibir el mundo de manera única y, a menudo, enriquecedora.
Las actuaciones son, sin duda, uno de los mayores logros de la película. Emilia Jones, en el papel de Ruby, ofrece una interpretación cautivadora y tremendamente sutil. Su mirada, su lenguaje corporal y su habilidad para expresar emociones sin recurrir a las palabras son excepcionales. Merete Dølvaas, interpretando la hermana de Ruby, Sofia, aporta una fuerza y una vulnerabilidad que complementan la de Jones a la perfección. Pero la figura que realmente destaca es Troyer, el novio de Sofia, interpretado por Ferdia Walsh-Peelo. La dinámica entre ambos personajes es genuina, y la química que se genera en la pantalla es palpable. Las actuaciones secundarias, especialmente la de Douglas Wayne como el padre de Ruby, son igualmente sólidas, aportando profundidad y credibilidad al retrato de una familia unida por el amor y la comunicación, aunque a veces, esta comunicación se manifieste de maneras poco convencionales.
El guion, adaptado de la obra de teatro “CODA”, se siente fresco y bien construido. La película evita caer en clichés y estereotipos, presentando a la familia Rossi con matices y complejidades. La trama central, centrada en la decisión de Ruby sobre su futuro, es intrínsecamente universal y capta la atención del espectador desde el principio. Sin embargo, la película no se limita a la historia principal. Incluye personajes secundarios con sus propias historias, enriqueciendo la narrativa y aportando dimensiones inesperadas. La integración de elementos musicales es exquisita, no solo como forma de expresión artística, sino como herramienta para conectar con el protagonista y con la audiencia. La banda sonora, cuidadosamente seleccionada, complementa a la perfección las escenas y evoca emociones poderosas.
Aunque a algunos les podría parecer un ritmo pausado, “CODA” se beneficia de esta lentitud para permitir que el espectador se sumerja completamente en el universo de la familia Rossi. La película no busca ofrecer respuestas fáciles o soluciones simplistas. En cambio, plantea preguntas sobre la identidad, la familia, el destino y la importancia de escuchar, no solo con los oídos, sino también con el corazón. Es una película que te hace reflexionar y, sobre todo, que te toca el alma. Es un retrato conmovedor y esperanzador de la familia, la amistad y la búsqueda de la felicidad.
Nota: 8.5/10