Code 8 (2019)

“Code 8” no es una película que te dejará sin aliento por su innovación o su ambición narrativa, pero sí resulta sorprendentemente efectiva en su ejecución, especialmente considerando su origen como un corto. El cortometraje de 2016 de Liam Brainin, al que se ha expandido, logra un nivel de suspense y atmósfera claustrofóbica que, aunque amplificado en la versión de largometraje, conserva una esencia inquietante y un potencial que la película a veces no explota por completo. Se trata, en gran medida, de una película de ‘noir’ moderno, ambientada en la sombría Lincoln City, un lugar donde la pobreza extrema y una fuerza policial opresiva han creado un ambiente de desesperación y desconfianza.

La dirección de Brainin se mantiene firme en la creación de una atmósfera palpable. Los planos son deliberadamente sombríos, la fotografía juega con la luz y la sombra, y la banda sonora, aunque sencilla, contribuye a generar tensión. La película no recae en efectos especiales grandilocuentes, sino que se centra en la construcción del suspense a través de la atmósfera y el desarrollo de los personajes. Sin embargo, la película a veces corre el riesgo de sobrecargar con la ambientación, llegando a volverse un tanto repetitiva en su visualidad. La sensación de confinamiento, de estar atrapado en una ciudad opresiva, es constante, pero a veces la película podría haberlo manejado con más sutileza.

Las actuaciones son, en general, sólidas. Scott Shepherd, como Connor, ofrece una interpretación convincente, transmitiendo la desesperación y la determinación de un hombre dispuesto a hacer cualquier cosa por su madre. El personaje de Connor es complejo; no es un héroe convencional, sino un individuo moralmente ambiguo que se ve obligado a tomar decisiones difíciles en circunstancias extremas. El resto del reparto, incluyendo a la implacable Detective O’Malley interpretada por la siempre eficiente, Kelly Lamont, y la enigmática Lily (interpretada por la imponente, Tegan Stevens), contribuyen a dar profundidad al mundo de la película. Stevens, en particular, ofrece una presencia perturbadora y un papel central en la dinámica de poder que se desarrolla.

El guion, aunque no particularmente original en su premisa de superpotencias y crimen, se beneficia de un desarrollo gradual y de un ritmo bien calibrado. La trama se centra en la necesidad de Connor de obtener un tratamiento médico experimental para su madre, un tratamiento que solo puede obtenerse a través de la mafia local. La película explora temas de ética, sacrificio y la corrupción inherente al poder. No obstante, el final, aunque satisfactorio, es un poco abrupto, y podría haber sido más elaborado para proporcionar una resolución más completa a las complicaciones morales planteadas. La serie de episodios que siguen a la película, por suerte, aportan algo de resolución a la trama principal, consolidando algunos de los elementos que quedaron inconclusos.

Nota: 6.5/10