“Cold Prey 3” no es solo una precuela, es un ejercicio de re-estimulación franquicia que, a pesar de sus limitaciones, consigue mantener la maquinaria en marcha. El film, dirigido por la novedad Mikkel Brænne Sandemose, regresa a la atmósfera gélida y brutal que caracterizó a las primeras entregas, ofreciendo un viaje en el tiempo a mayo de 2009, un punto de inflexión dentro de la trama general de la saga. La apuesta, como siempre, es por el género de acción pura y dura, priorizando la coreografía de peleas y la adrenalina sobre la profundidad narrativa. Y, en este aspecto, “Cold Prey 3” cumple su cometido con notable eficacia.
La dirección de Sandemose se muestra competente, especialmente en la coreografía de las escenas de lucha. Se observa una clara influencia de directores como Corey y Gareth Edwards, con movimientos fluidos, golpes impactantes y un diseño de sonido que amplifica la sensación de peligro. Sin embargo, la dirección no aporta ninguna idea nueva o visión original; se limita a replicar fórmulas probadas y efectivas. El ritmo es rápido y constante, con poco espacio para respirar y la tensión se mantiene a un nivel elevado durante la mayor parte del metraje. No obstante, la falta de experimentación estética y la ausencia de un estilo propio del director son quizás sus peores defectos.
El reparto se mantiene sólido, con un Alexander Ludwig en su habitual papel como Mikael Divny. Su interpretación es convincente y transmite la urgencia y el conflicto interno del personaje. Además, la inclusión de nuevos personajes, como el ex-soldado y veterano de guerra Jan Skar, interpretado por Kasper Sonne, aporta dinamismo al grupo de protagonistas y ofrece oportunidades para nuevas tramas secundarias. Sonne, en particular, se destaca por su presencia física y su capacidad para generar credibilidad en su papel de guerrero endurecido. La química entre los miembros del equipo se siente, lo que mejora la inmersión en la historia.
El guion, sin embargo, es donde “Cold Prey 3” se revela más vulnerable. La trama, aunque entretenida y llena de giros inesperados, carece de la complejidad y la sutileza que se esperaría de una película de acción de este calibre. Los diálogos son directos y a veces expositivos, y la motivación de algunos personajes no siempre está del todo clara. Se apela repetidamente a clichés del género y a la resolución de conflictos mediante la fuerza bruta, lo que disminuye el impacto emocional de la narrativa. Aunque la trama se sirve de la precuela para introducir elementos de la saga principal, la conexión con las dos primeras partes no siempre es evidente. La película podría haber beneficiado de una mayor exploración de las relaciones interpersonales y del trasfondo de los personajes.
A pesar de sus deficiencias, “Cold Prey 3” es una película de acción competente y visualmente atractiva. Ofrece entretenimiento puro y directo, con escenas de lucha impresionantes y un ritmo constante. Pero, al final, se siente como un producto diseñado para satisfacer la demanda del público ya familiarizado con la franquicia, más que como una obra de arte por derecho propio. La película no intenta desafiar al espectador ni explorar temas profundos, sino simplemente ofrecerle una dosis de adrenalina.
Nota: 6/10